Coloquio democracia y participación universitaria

Coloquio Democracia y Participación Universitaria [ 52 ] En el límite de la normativa vigente se genera, de hecho y no de derecho, una práctica de participación en el terreno de la reflexión, del debate y de las decisiones políticas universitarias, resguardando con claridad el ámbito de gestión y las decisiones de la autoridad administrativa, cuya responsabilidad, sabemos, es siempre individual. Otro supuesto dentro de las actuales normativas de las que disponemos es una cultura de la participación responsable que implica, entre otros aspectos, representatividad de los actores, convicción acerca del sentido institucional de la participación (la participación no es un medio para otros fines que los institucionales), compromiso de respetar los acuerdos tomados con reglas del juego previamente definidas, transparencia de los procesos, claridad de los acuerdos, información veraz y oportuna. La formación de los actores en una cultura de la participación es una con- dición fundamental. Si no la hay, se desvirtúan sus sentidos y se la instru- mentaliza para propósitos ajenos a aquellos que originalmente la inspiran. Por ejemplo, protagonismos personales, manipulaciones por cuotas de poder, oportunismos políticos y académicos. Estas formas bastardas desprestigian las prácticas participativas y provocan reacciones regresivas hacia prácticas autoritarias, desde luego, en aquellos que tienen una idea distinta de la uni- versidad. En las universidades coexisten ideas contrapuestas sobre la participación de los estudiantes y los funcionarios en los organismos colegiados y en la de- terminación de las autoridades. La única vía para superar estas diferencias es la elaboración de nuevos Estatutos mediante procesos y procedimientos ampliamente participativos y respaldados por fuentes que lo legitiman. Tenemos hoy incertidumbre en esta materia, a la espera de una nueva Ley Marco sobre las universidades estatales. Pero en este punto es donde los académicos de las universidades públicas y de las universidades estatales no podríamos permanecer inmóviles, no podríamos permanecer sin tener una palabra que decir. Es fundamental levantar un debate nacional de los acadé- micos, de las universidades estatales fundamentalmente, en una suerte de red universidades estatales, que levante la voz organizada como un debate nacional y señale los lineamientos fundamentales para esa Ley Marco. El gran tema de debate, me parece que necesariamente, se instalará en las universidades que opten por la participación triestamental en las elecciones de las autoridades unipersonales y, para algunos sectores, el fantasma del co- gobierno y las experiencias de la Reforma de fines de los 60’ del siglo pasado. Hoy las universidades son otras, el país es otro y el mundo es otro. Por lo mismo, este debate exige un gran esfuerzo crítico, una superación de los dog- matismos, una readecuación de los conceptos a nuevas contextualizaciones: cómo es la sociedad en que vivimos, cómo es la sociedad que queremos, qué exigencias plantea la sociedad actual a las universidades del estado, qué tie- nen que decir las universidades del estado a la sociedad actual. Desligadas de su vínculo esencial con la sociedad, uno terminaría preguntándose qué es lo propio, entonces, de las universidades del estado. Uno de los conceptos que hoy es más urgente de revisar cuando tratamos de la participación en la universidad, es el concepto de democracia aplicada a las prácticas participativas universitarias. Desde luego, aplicada a la sociedad ya tiene el término significados y apellidos diversos. Referido a la universidad,

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