Coloquio democracia y participación universitaria

Senado Universitario [ 51 ] tica definitoria del concepto de Universidad. Creo que una de las razones de fondo para estas afirmaciones es el pensamiento de que es consustancial a la idea de universidad la idea de libertad. Tradicionalmente, la conexión entre universidad y libertad se ha referido a la libertad de pensamiento y expresión y a la llamada libertad de cátedra. Esto es correcto, pero me parece que no es todo, pues la libertad de pensamien- to no consiste en la simple ausencia de coacción sino que, además, requiere positivamente del ejercicio de la crítica y ésta del diálogo y de la iniciativa de diálogo. Aquí se juegan motivaciones, intereses, emociones, expectati- vas, experiencias, y este juego es interesante y cobra valor cuando encierra la máxima diversidad. Por eso este juego requiere de la comunidad que, entonces, es la universidad. El dialogo crítico hace de la diversidad una comunidad, construye socialmen- te una racionalidad compartida. Esta práctica permanecerá siendo una utopía mientras no se arriesgue su ejercicio. Cada uno de los miembros de la comu- nidad universitaria, los actores desde su posición -obviamente sin renunciar a ella-, los académicos, estudiantes y funcionarios, tendrían que disponerse al juego de la participación. Pero no todos pretendemos una cultura de la participación y no todos tene- mos una idea de universidad. No obstante, este mismo hecho que lleva al límite la diversidad en este contexto plantea, precisamente, el desafío. Participar de las decisiones en los cuerpos colegiados y en las elecciones es ciertamente participar del poder. Pero esta no es, de nuevo, la única relación entre participación y poder -y probablemente no es la más esencial- pues per- manece formal e insustancial si no se funda en el poder de la participación. La participación como ejercicio y construcción de la libertad es el verdadero poder de la universidad. Habría que preguntarse aún por qué habría que sostener que la libertad es esencial a la universidad. Tradicionalmente, la argumentación es de orden epistémico. La libertad es un requisito fundamental de la investigación, de la búsqueda de la verdad. Sin perjuicio de esto, creo que es posible una línea de argumentación comple- mentaria. En el caso de una universidad pública, particularmente estatal, la comunidad universitaria articula una dimensión o un momento de la socie- dad en que las universidades se abren o deberían abrirse a sí mismas como consciencia histórica y crítica. Y esto dependerá a su vez, del tipo de sociedad que queremos vivir. La participación, desde otra perspectiva, es deseable porque permite canali- zar institucionalmente los conflictos, cohesiona, reúne y -por lo mismo- con- tribuye a la estabilidad de las instituciones. Algunos supuestos de la participación Entre estos supuestos, me parece que es fundamental tener en cuenta acuer- dos institucionalizados acerca de la modalidad y el alcance de la participa- ción. Estos acuerdos expresan una voluntad política de los académicos y los organismos colegiados.

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