Coloquio democracia y participación universitaria

Senado Universitario [ 45 ] Por lo tanto, decimos sí a la democracia y no a la renuncia, no a la abdicación de ese poder político de intervención, a través de algunas modalidades de participación. De modo que se necesita, efectivamente, una nueva forma de gobernar que termine con prácticas de diálogo y de concertación corporativas y en este sentido yo no veo otra manera de gobernar nuestras democracias que a través de la creación de foros de discusión y de arenas de negociación. Son escenarios en donde se promueve el diálogo entre los representantes y los actores sociales políticos con poder y con legitimidad para decidir, son escenarios desde donde se promueven las recomendaciones para políticas pú- blicas. Pero podrán pensar ¿y cuál es la legitimidad de estos foros de discusión y de estas arenas de negociación?, yo creo que la legitimidad de estos espacios no radica tanto en el poder político de los miembros que están ahí presentes, ni en su saber científico, ni en su experticia, sino en la búsqueda de un compro- miso social entre los que están ahí presentes. Es decir, que el objetivo de esos foros y de esas arenas sería, de verdad, el de querer encontrar ese compromiso social alrededor del problema que se plantea. Ahora bien, yo creo que la calidad del debate público que debe darse en esos foros o arenas, depende mucho de las competencias cívicas que tengan los miembros que la integran. La gran virtud de este modelo integrador es la de permitir que las autoridades públicas puedan hoy, en el siglo XXI, enfrentar ese doble desafío que supone tratar de conciliar la participación, la democracia, con la eficacia. Es decir, lograr resultados en materia de políticas públicas pasando necesariamente por un proceso consultivo a la ciudadanía sobre todo asunto público de en- vergadura y sin tener que pasar por un gran debate nacional al puro estilo griego o argentino. Yo creo que este modelo integrador me parece que es el único capaz, en estos tiempos de cólera que vivimos, de lograr además tres cosas: que nuestros go- bernantes aparezcan al mismo tiempo receptivos de las demandas sociales, transparentes y democráticos en los procesos, y capaces de resolver nuestros problemas cotidianos. En mi opinión, gobierno y estudiantes -o sociedad civil-, deben hacer una apuesta. Desde el gobierno debería realizarse sobre ese modelo integrador, en el que se invoque permanentemente a la sociedad civil, a los profanos, a integrar esos foros de discusión y esas arenas de negociación. Y la apuesta desde la sociedad civil, desde el movimiento social actual, no puede ser la de sustituir el parlamento por un conjunto de mesas de negociación. Termino con una pregunta muy sugerente también de Norberto Bobbio, que dice: “¿Es posible que un estado democrático sobreviva en una sociedad no democrática?” Yo no lo sé. Puede que sí. Pero yo creo que todas las voces y las manifestaciones desde Chile a España, Israel, EE.UU ., Inglaterra, nos es- tán diciendo hoy que importa mucho menos quien nos está gobernando que cómo nos están gobernando.

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