Coloquio democracia y participación universitaria

Coloquio Democracia y Participación Universitaria [ 44 ] esas reglas que van a regir el diálogo para salir del conflicto, esas reglas en las que se establecen los temas que vamos a tratar, los que no vamos a tratar, el lugar en dónde vamos a celebrar las reuniones, el tiempo que le vamos a dedi- car, un posible moderador incluso, en fin, los límites. Porque todo proceso de negociación necesita de trabajos preparatorios caracterizados por la coopera- ción de las partes y, en Chile, si no me equivoco, no se ha dado ningún trabajo preparatorio antes de esas reuniones entre gobierno y entre actores sociales estudiantiles, y al menos no se han dado con un espíritu cooperativo, pues han sido reuniones bastante espontáneas. En cuestiones de procedimientos, los representantes estudiantiles consultan permanentemente a sus bases, de modo que los viajes de ida y vuelta entre las oficinas del Ministerio de Educación y las sedes de las federaciones del país dilatan, en mi opinión, la toma de decisiones y pone en riesgo los acuerdos entre representantes ministeriales y los líderes de la Confech, pues las bases no siempre ratifican lo que se ha avanzado cupularmente. De modo que pare- ciera que estas mesas de diálogo-negociación no son el mecanismo ideal para resolver los múltiples problemas estructurales de los que sufre en la actuali- dad el sistema educacional chileno. Ello por las razones señaladas y por un par de razones más que voy a compartir con ustedes. Una es que, en mi opinión, cuando se trata de llevar a cabo transformaciones profundas de un modelo, la negociación es incompatible con la prisa. Cierta- mente lo que es urgente es la resolución de los múltiples problemas educacio- nales, pero el proceso de negociación no puede desarrollarse en un contexto de urgencia. Pero me parece que, aún menos, el mecanismo de transforma- ción del modelo de bienestar fuertemente neoliberal que tenemos, pueda dar- se a través de un plebiscito o de un referéndum, es decir, a través de una de las figuras de democracia directa como proponen los estudiantes. En mi opinión las políticas públicas no se formulan en una urna, ni el rol y responsabilidades del estado se plebiscitan periódicamente. Sin quitarle vir- tudes a la consulta ciudadana, hay que reconocer que tiene razón Giovanni Sartori cuando dice que “al referéndum ya se le ha pasado su tiempo”, en el sentido en que está ampliamente superado por los sondeos de opinión y por las encuestas. Y siendo cierto que estamos embriagados en Chile, en el mun- do entero, al menos el occidental, de tantas encuestas, de estos mecanismos que están convirtiendo a nuestras democracias en “encuestocracias”. Entonces, ¿qué otra figura pensar para poder enfrentar posibles conflictos de esa naturaleza que pueden ocurrir en Chile en el futuro? Comparto algunas propuestas con ustedes, frente a la ineficacia de las mesas de negociación que se han dado hasta ahora en este conflicto. Yo creo que en los tiempos de cólera que viven nuestras democracias en el mundo entero, especialmente en el sector educacional, se necesita en el plano político contar con un modelo integrador de la sociedad civil en las esferas de negociación de asuntos públicos, que tengan un gran impacto social. Un modelo integrador de la sociedad civil en los asuntos públicos que son asun- tos también de la política, porque creo que, a pesar de la no inscripción de los jóvenes en los registros electorales, a mí me parece que las manifestaciones sociales de Chile como las que se han dado en el mundo entero tienen un denominador común, y es que lo jóvenes dicen sí a la democracia pero no a la abdicación del poder político, que como miembros de una comunidad de de- rechos tenemos. Ese poder político, ese poder que legitima nuestras acciones y nuestras exigencias de cambio de modelo.

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