Coloquio democracia y participación universitaria

Senado Universitario [ 41 ] Otro conflicto se produce cuando emprendemos la defensa de la educación pública, cuando nosotros tomamos la iniciativa y quedamos -como ocurre en el boxeo, en el fútbol y en cualquier deporte- en riesgo de quedar en una situación aún de mayor vulnerabilidad. Un ejemplo de esto, por lo menos en el área de la medicina, es que por primera vez vemos cierto grado de hostili- dad manifiesta de las universidades privadas. Siempre había una forma muy caballerosa para tratar con la Universidad de Chile, pero lo que ha ocurri- do este año ha puesto por primera vez a las universidades privadas en esa actitud, porque evidentemente es mucho más importante lo que hagan las universidades privadas que lo que haga o no haga el gobierno y el aparato del Estado. Claramente, quienes están en contra del movimiento no piensan sólo en derrotar al movimiento sino que, probablemente, están pensando que esta es una oportunidad para darle un golpe y reafirmarse en su posición. Esto es claramente un riesgo que se corre. El cambiar y preservar es un gran problema. Cómo uno cambia pero preser- va lo bueno que tiene, también genera un conflicto, muchas veces, entre los adultos y los jóvenes. Porque los jóvenes no se hacen problema en cambiar las cosas, mientras que los adultos tendemos a pensar que el cambio puede poner en riesgo la institución, que es sacrosanta, y que nos puede liquidar. Eso también provoca conflicto a la hora de generar estrategias. Las demandas redistributivas internas y el debilitamiento institucional –que es lo que está ocurriendo hoy en día en los hospitales- es un ejemplo palma- rio. Uno le dice a los funcionarios: “Oiga, usted cómo va a estar en contra de la Universidad, ahora que estamos siendo atacados por enemigos externos”, y los funcionarios deben decir: “Bueno, alguna vez tenemos que corregir injus- ticias arrastradas”. Y eso, evidentemente, crea otro conflicto al interior de la Universidad. Hay demandas justas pero también un debilitamiento institu- cional que podría terminar siendo, en su caso extremo, una suerte de apoteo- sis. Es decir, que nos estemos matando entre nosotros mismos. Hay que asumir que muchos de los ideales de la educación pública no son compatibles con el sistema caricaturesco que vivimos en Chile. Eso es quizás lo más importante que tenemos que corregir. La Universidad de Chile no es una universidad que represente una ideología de izquierda, en absoluto, sino que es una universidad que representa por tolerancia y pluralismo una infi- nidad de ideologías y, más aún, la derecha tiene todo el derecho de sentirse representada por la tradición e historia de la Universidad de Chile, pero ha- biendo dicho eso, gran parte del modelo que se trató de implantar del año 80’ a esta parte es abiertamente contradictorio con ideas consustanciales a lo que son las universidades públicas. Eso hay que asumirlo porque los otros lo asu- mieron hace mucho y lo tienen muy claro. Sería muy bueno que lo tuviéramos claro también nosotros en algún momento. Quería plantear esto como una invitación a algunos temas.

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