Coloquio democracia y participación universitaria

Senado Universitario [ 23 ] Lo anterior implica la promoción y reforzamiento de instrumentos y dispo- sitivos, como simuladores de la participación. Es el caso de los dispositivos tecnológicos, los cuales no sólo definen, producen y reproducen la partici- pación, como extensiones del Estado-nación, sino que crean las condiciones para la producción de la participación. En esta dirección serán importantes los Telecentros, Infocentros y otras innovaciones tecnológicas, que crean un “efecto de realidad”, simulacros o “efectos de sentido” que ocupan el plano de la verdad, pero que no necesariamente implican participación. En este caso particular la producción del discurso genera una homologación entre participación e información, donde esta última, en realidad, se basa en la re- producción de opiniones fabricadas en los medios. La conjugación de un modelo de democracia participativa y de gestión y las lógicas procedimentales (dispositivos e instrumentos, especialmente tecno- lógicos), generan formas de autogestión democrática. Estas formas de au- togestión se vinculan con formas particulares de producción de los sujetos- productores, sujetos-ciudadanos y sujetos-clientes-consumidores, donde el lenguaje cumple un rol fundamental al desplazar la movilización social de los sujetos a formas particulares de participación: “civismo”, “consumo”, “vo- tación”, “clientelismo”, etc. Ahora bien, en el mismo trabajo indicado, se establece, en síntesis, que una comprensión generalizada de la participación como medida de acceso a la información, cuyo propósito es satisfacer las necesidades de los sujetos-clien- tes-consumidores. Por esta razón, la percepción es que la participación se puede instrumentalizar, restringida a la información, como dispositivo es- pecífico. Evidentemente, esta lógica se fortalece con la visión de los sujetos como clientes, lo cual genera una dependencia de las políticas y programas dirigidos por el gobierno, ejecutadas por ONG’s y financiadas, en buena par- te, por Fundaciones Empresariales o empresas del área de las tecnologías. Esta concepción es común a los discursos del Gobierno y las ONG’s, como también al discurso de los Funcionarios Municipales; los diferentes Profesio- nales, en cambio, tienden a una visión más crítica. Por otro lado, hay un exceso de información desde lógicas comerciales (con- sumidores) y políticas (electores), en las cuales la información es funcional y constituye un requisito para el modelo neoliberal de la información, la comunicación y el periodismo. Éstas se confunden, habitualmente, con el marketing y la difusión. Es decir, en los programas o proyectos actuales se incorpora la comunicación como una instancia que se agota en la difusión de ciertos contenidos, respondiendo, en última instancia, a una lógica de marke- ting político para ciertas ideas que interesan al sistema político. También es importante, en esta racionalidad, la incorporación masiva de dispositivos (simuladores) de información y opinión (encuestas, foros, chats, etc.), que fortalecen una definición de la participación como un “tener opi- nión”, aunque no se tenga información relevante. Es habitual que los pro- yectos o programas cuenten con estos dispositivos específicos, mediante los cuales se justifica la participación, en cambio se trata de mecanismos alta- mente tecnologizados que incorporan la lógica de la inter-conectividad de los sujetos, pero no su participación. En efecto, las preguntas y opciones de las encuestas, foros y chats están previamente definidas y se consulta respecto de ellas mismas.

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