Texto y censura: las novelas de Enrique Linh

^2 - lencio. Sin embargo, su resistencia es neurótica: el acto de evitar el silencio coincide con el acto de repetirlo. En^breve, OC nos evoca un sujeto traumatizado por la repre­ sión, una sociedad (chilena) paralizada por la estructura de terror que se le ha impuesto. Una nota final: al recortar OC y AP en el contexto chileno, me parece que el primer libro (publicado en 1976) plantea una visión más escéptica, más pesimista de la vida. Sintéticamente, OC expondría el siguiente enunciado: “se ha perdido el habla“. Hay un cuerpo social carenciado, marca­ do por una experiencia de dolor', de fragmentación. Es tam­ bién un cuerpo paralizado por el miedo, autocensurado. De un modo opuesto, AP(publicaao en 1960), propondría lo si guiente: “no se ha perdido el habla“. El sujeto social com­ bina aquí el dolor con el placer, la humillación con la bur­ la. La comunidad cultural es capaz de cambiar los circuitos de circulación de la censura y volverlos contra las Autorida des que la producen. Conjeturemos: al parecer, estas dos obras circunscribirían (en relevo) un mismo tema: mientras OC nos habla de los e- fectos~Tdisólventes) que produce una singular estructura re presiva (léase "imperial" s “dictatorial'1) sobre una socie - dad (fundada cuituralmente en otras tradiciones); AP ensaya el gesto inverso: hablará de los efectos (disolventes) que produce un discurso social (profundamente antidictatorial) sobre las estructuras represivas (las doctrinas de la Segu ridad Nacional y del üercado) vigentes en Chile curante la primera década de la Dictadura.

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