En clave adolescente

EN CLAVE ADOLESCENTE ••• REFERENTES, PRÁCTICAS Y HÁBITOS DE CONSUMO AUDIOVISUAL SEGUNDA PARTE. Desafíos para la educación mediática de los adolescentes ••• 113 III. el fetichismo de la tecnología Entre los tecnófilos abundan los comentarios entusiastas que dan por supuesto que las nuevas tecnologías y las nuevas prácticas comunicativas hacen posible una sociedadmás comprometida, más crítica, más implicada y participativa. Por descontado que las nuevas tecnologías y las nuevas prácticas comunicativas son una oportunidad. Pero no son una garantía. Para que la potencia se convierta en acto es preciso un cambio de todo el ecosistema comunicativo, en el que juega un papel determinante la educación mediática, los procesos destinados a dotar a los ciudadanos y a las ciudadanas de competencia mediática. Sin esta formación las herramientas innovadoras resultan estériles. En una investigación desarrollada en la Universidad de Valladolid, sede Segovia, se analizaron 2.800 tuits que se realizaron durante e inmediatamente después de la emisión en España de las películas Los juegos del hambre y V de vendetta . Los tuits fueron clasificados por categorías en base a sus contenidos. Pues bien, pese a que se trataba de dos películas con un alto contenido social y político, los contenidos de carácter ideológico y ético fueron los que menos comentarios suscitaron. La mayor parte de los comentarios publicados en torno a las películas fueron superficiales, triviales, relativos al interés de la acción o al atractivo de los personajes. No solo eso, sino que los escasos comentarios políticos que se publicaron provocaron en los demás usuarios de la red reacciones críticas, de contestación, contra los responsables de las mismas, del estilo “¡Políticos de salón!” (Torrego y Gutiérrez, 2016). Estos datos se confirman de alguna manera con los que aporta la investigación que está en la base de este libro. Los géneros que más atraen a los adolescentes chilenos, tanto en las películas como en las series, son la acción, la ciencia-ficción y los dramas. Hay una altísima preferencia por el cine hollywoodiense en relación con las películas nacionales, lo que implica una sumisión a los criterios mercantiles de la industria. Y cuando han de definir lo que más les atrae en las películas y en las series hacen referencia a las tramas, a las historias. Es decir, se centran mucho más en lo que se cuenta que en el cómo se cuenta o en el por qué se cuenta. Cuando los adolescentes chilenos hablan de su experiencia con YouTube, reconocen que lo que buscan de manera fundamental (cuando no exclusiva) es entretenimiento. Y en Instagram no siguen a expertos (que les podrían enriquecer en un ámbito específico), sino famosos. Y cuando dicen necesitar información, recurren a “píldoras de información”, que les garantizan el mínimo de información con el mínimo de tiempo y de esfuerzo. En definitiva, la experiencia mediática suele resultar trivial, superficial, poco o nada aprovechada desde un punto de vista educativo. Hay, pues, un desfase entre el alto grado de consumo de pantallas (toda clase de pantallas, con un creciente protagonismo del uso del móvil) por parte de los adolescentes y el aprovechamiento de este consumo en los procesos de enseñanza y aprendizaje. Los adolescentes no sólo pertenecen al grupo etario que más consume cine en Chile, según los datos ofrecidos en este libro, sino que son la vanguardia en lo respecta al consumo de películas en nuevas plataformas digitales como Netflix. En cambio, hay muy pocos datos sobre un aprovechamiento educativo de estas experiencias mediáticas.

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=