Los constituyentes de 1925

Los Constituyentes de 1925 1I El señor Silva nos ha manifestado que la mayoría de la Comisión constituyente era de ideas socialistas avanzadas; pa– ra él, fué don Guillermo Guerra el personero más destacado de esta tendencia, que se caracterizó por el ardor e ilustración con que defendía sus puntos de vista. Nos manifestó además, que siempre había respetado la personalidad del Sr. Guerra por "saberlo &incero y bien inspirado". En Manuel Hidalgo, ve uno de los elementos más capaces y activos de los elementos extremistas que formaron parte de la Comisión. Elogió la actuación de los señores MarLa y Torreblanca y re'firiéndose al Excmo. Sr. Alessandri, nos expresó que "en to– do momento había dirigido los debates con singular acierto y dentro de un espíritu conciliador y respetuoso de las más di– versas y contradictorias ideologías y proposiciones." Le solicitamos una opinión sobre don Domingo Amunáte– gui, y nos dica que se mostró respetuoso y cortés con el sector conservador, al que no miraba con mucha simpatía. Tuvo expresiones muy cariñosas para juzgar a los seño– res Montenegro, Vidal Garcés, Valdés y Edwards que le acom– pañaron brillantemente en las discusiones más dificiles y en la solución de los más delicados P.roblamas. Sobre numerosos constituyentes el Sr. Silva, creyó con– veniente mantener un benévolo silencio, pues por falta de co– nocimientos o por carencia de intarés por los problemas cons– titucionales, no les cupo actuación alguna, digna de ser desta– cada o que permita formarse un juicio certero sobre ellos. La actuación del Sr. Silva, la analizaremos siguiendo los problemas y proposiciones que le correspondió estudiar y for– mular en el seno de la Constituyente. Para el Sr. Silva Cortés, el régimen parlamentario, como principio, era el más democrático. Los defectos y errores de su aplicación ~ Chile, eran susceptibles de enmienda, pero en manera alguna podían significar una condenación del sistema. Debería implantarse un parlamentarismo moderado en que el Congreso fiscalizara al Ejecutivo, mediante las interpelacio– nes parlamentarias. Para evitar uno de los males manifiestos en nuestras prácticas parlamentarias, que reconocía viciadas, propiciaba una disposición constitucio~l que est.ableciera que si el Congreso no aprueba la Ley de Presupuestos, pudiendo ha– cerlo, rija el proyecto presentado por el Ejecutivo. El régimen parlamentario, exige como requisito fundamental para su co– rrecto y armónico funcionamiento, partidos fuertes y bien or– ganizados, honestidad politica, tradición democrática y una mentalidad dinámica de trabajo, en una masa culta. Nada de eato existía en el pais. La actitud del Sr. Silva emvuelve el re- ) 233 (

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