Tres reformadores: Lutero - Descartes - Rousseau

LA SOLEDAD Y LA CIUDAD 10.-" Amo profundamente en él al "pa- seador solitario", detesto al te6rico", esta frase de C. M. Ranuz explica el atractivo ejercido por Juan Jacobo eobre muchas alma, nobles, y la resonancia que encontrará aiemprc, aun cuan- do lo odien, en los que, exentos de su psicopa- tía, siguen siendo sus hermanos por el lirismo, "artesanos sensibles" como él. tPor qué esta simpatía) ( A causa de los sueños, de las lágri- mas, de los transportes~ del oropel sentimental a lo Diderot) Vamos, hablo de ·verdaderos líri- cos. (A causa del genio agreste de un verdadero familiar de los bosques) tA causa de un frca- co despliegue de un canto brotado auténtica- mente del corazón de las soledades, a causa de la pureza de un ritmo acorde, sin artificios, con los movimientos del alma, y que es la únieél parte de sí mismo en que Rousseau es verdade- ramente inocente) Aun esto es secundario. La ■ hfil i 1 td·! 11 1:1,:1

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