Tres reformadores: Lutero - Descartes - Rousseau

TRES REFORMADO/fES JI Habiendo entrado en la reli¡i6n, ai acepta- mos au t~timonio, a raíz de una impreai6n de terror causada primero por la muerte de un ami- go en un duelo, luego por una violenta tempes- tad en la cual estuvo a punto de perecer, y "•• tanto atraído como arrastrado", non tam tnc- tua quam raptua, parece haber aido, en loa co- mienzos de su vida reli¡ioaa, sumiso y tal vez ferviente, pero siempre inquieto y lleno de ín- timas an¡ustias . En una época en que el térmi- no medio del clero, especialmente en Alemania, había caído a un nivel miserable, había milita- do en la corriente reformadora, y no se dejaba, como decía él, poner una telaraña sobre la bo- ca cuando se trataba de vociferar contra l01 abusos. A loa veinticinco años profe1or en la Universidad de Wittenber¡, a 101 veintinue•e doctor en aa1r1ada teología; el cargo de maes- tro, tan imprudentemente conferido a este ee· p(ritu febril, lo lanz6 inmediatamente en medio de la polvareda infecta de w controversias hu- manas , y cambió su celo en arro¡rancia y pre- sunción. Oe la escolástica corrompida estudia- da por él no había sabido sacar sino un arsenal de palabras deslumbrantes y más o meno5 teo- l6¡icas, y una habilidad desconcertante para ar- gumentar capciosamente. No hay que dejar que lo que llegó a ser más tarde noa impida imaginar lo que fué en un prin- cipio como religioso ferviente, que ponía tince- remente todo su ímpetu natural en esa bú1quc-

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