Bicentenario de Hispanoamérica: Miranda escritor

104 Andrés Bello decide aprender griego y se pone a la obra valiéndose de los libros mirandinos. Lugar el más apropiado, sin duda, provisto de diversas gramáticas, de variados y excelentes diccionarios, de libros de ejercicios, amén de antologías diversas de textos griegos y de una extraordinaria cantidad de ediciones de clásicos en originales y en traducciones. La información - no tenemos por qué dudar- debe haberla entregado el propio Bello a Amunátegui. Al transmitir esa noticia, el Maestro cumplía con un deber de gratitud hacia un hombre por el cual guardó siempre profunda veneración. De tal manera, Bello daba testimonio de esa forma de magisterio del Precursor, magisterio del cual, como anotábamos, aprovecha toda nuestra América. He aquí las líneas de Amunátegui: "Don Andrés Bello no aprendió el segundo de estos idiomas [el griego]; pero el haber llegado a los treinta años sin saberlo, no fue para él motivo que le apartase de emprender su estudio. López Méndez y Bello habían quedado en la casa del general Miranda, que éste les había cedido sin ninguna retribución. Había en ella una biblioteca selecta, de la que formaba parte los principales clásicos griegos. Bello, según su costumbre, se posesionó de este santuario de las letras, y pasó en él entregado a su culto todas las horas de que las ocupaciones del empleo y las distracciones propias de la juventud, le permitieron disponer. Los libros griegos que comprendía [la biblioteca], y cuyas bellezas conocía de fama, le llamaron particularmente la atención. Las dificultades del estudio no le arredraron jamás. Su ansia de saber no era contenida por nada; tomó, pues, el partido de aprenderlo costárele lo que le costara, solo, como había aprendido el inglés, recurriendo a los dos mejores maestros que pueden tenerse: el talento y la aplicación. En Londres, su constancia fue coronada de resultados tan felices, como en Caracas. Al cabo de un tiempo, Bello, gracias a sus esfuerzos, pudo leer en el original a Homero y a Sófocles, como había conseguido leer a Shakespeare y a Milton" 156 . La aseveración de Amunátegui ha sido confirmada en las últimas décadas, gracias a nuevos hallazgos documentales de los bellistas. Así, Pedro Grases ha presentado una carta de Bello a Pedro Gual, fechada el 14 de agosto de 1824, en la que se lee el siguiente párrafo: "Hasta el año de 1822, me ocupé llevando la correspondencia de una casa de comercio, y dando lecciones de español, latín y griego" 157 . 156 M.L Amunátegui , Don Andrés Bello , p. 82. 157 P. Grases, Algunos temas de Bello , pp. 63-64. La carta se reproduce en Obras Completas , vol. XXV ( Espistolario de Bello I ), pp. 132-135

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