La tierra de fuego: gente y naturaleza marcadas por el calor profundo

la tierra de fuego 17 ¿Te imaginas cambiarle la cara al cráter de un volcán a puros golpes? Año, tras año, siglo tras siglo, piedra contra piedra; los escultores de moais en Rapa Nui fueron modificando el borde del cráter Rano Raraku, que durante unos 400 años (entre 1.200 y 1.600 a.C.) sirvió de cantera para extraer la roca desde donde Texto: Sofía Otero / Ilustración: Sergio Lantadilla 27°07’10”S 109°21’17”O Taller de moais se tallaron casi todos las estatuas de piedra de la isla. Los moais representaban a antepasados y eran capaces de proyectar su maná o fuerza espiritual sobre sus descendientes. Unos 1.000 moais fueron modelados en Rano Raraku en toba volcánica, un tipo de roca porosa que se forma por la acumulación de cenizas. Al ser moldeable, la toba se daba bien para esculpirla, proceso que se realizaba con herramientas hechas de otro tipo de roca más duras y afiladas, basalto y obsidiana, todas ellas volcánicas. Durante siglos, las faldas y el interior de Rano Raraku se fue- ron llenando de vetas desde donde se tallaban directamente los moais que luego se desprenderían casi terminados. Desde el cráter se daba forma a las figuras de los ancestros, desde el cráter, de alguna forma, se hacía renacer a los muertos. Las co- losales estatuas de entre uno y diez metros de altura en pro- medio y más de 80 toneladas (el más grande yace acostado y aún adherido a la roca madre, con 21 metros de largo y casi 200 toneladas), se levantaban con la ayuda de cuerdas y los “hacían caminar” con ayuda de troncos (o quizás no…) hasta los ahu , que son plataformas ceremoniales de piedra sobre las cuales los moias ejecutan su eterna pose. En verdad, sabemos que casi todos los moais de la isla se esculpieron en Rano Raraku y que se trasladaron hasta los ahu que estaban lejos, hasta 18 kilóme- tros de distancia, sin ayuda de ruedas ni animales, pero cómo lo hicieron exactamente es un misterio y un debate constante entre los estudiosos del pasado Rapa Nui. Además, en una par- te de este proceso, algunos moais también fueron decorados con pukaos (moños) cilindros tallados en escoria volcánica de color rojizo que se fabricaban en otra cantera, Puna Pau (a 12 kiló- metros de Rano Raraku) y que también debían ser trasladados hasta los ahu para luego colocarse sobre la cabeza de los moais . Quien visite Rapa Nui atraído por los secretos de sus gigantes de piedra se sentirá más que recompensado con la vista que ofrece Rano Raraku. Su pasado como taller de moais no solo está avalado por las diversas cuevas que los artistas fueron creando al esculpir y separar las estatuas de las pendientes del cráter, sino principalmente por los 397 moais en diversos estados de modelado que yacen acostados o semi enterrados y erguidos en sus laderas, como gigantes a la deriva en un ondulante mar de hierba, protagonistas de una escena petrificada en el tiempo.

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