Ser-humano (cartografía antropológica)

— 53 — von Heisenberg– sostiene que la Física moderna es platónica y el modo como justifica esto es aduciendo que las ideas platónicas juegan el papel de lo que serían las fórmulas en la Física 21 . Esto quiere decir que los fenómenos físicos son tales y se comportan como se comportan en la medida en que se ajustan a una fórmula determinada, como los astros que giran porque están regidos por la ley de gravitación universal. Uno de los aciertos de Eliade radica indudablemente en haber reconocido la relación entre el eterno retorno y el modo de ser del hombre arcaico. Este modo de ser es particularmente ritual y sus ritos consisten precisamente en la perpe - tua rememoración de los arquetipos, relativos una deidad que trae la primavera, que cura las enfermedades, que produce buena cosecha, que promueve la paz, que infunde valor en la guerra, que provoca ciertos sueños, que ilumina al jefe tribal a tomar decisiones apropiadas. Por otra parte, y como también destaca Bataille en El erotismo , el hombre arcaico no hace una separación tajante entre el trabajo y la fiesta, y entonces, por ejemplo, al salir a cazar o pescar, esos actos se justifican también en tanto rememoran a un dios cazador o pescador (Mer, p. 59 ss.). También en esto podemos claramente reconocer una enseñanza del homo sacer , dado que desde Marx en particular se reconoce que el trabajo trae consigo alienación. Con Eliade o con Bataille podríamos reconocer que esta alie - nación la suscita significativamente nuestro modo de entender y de realizar el trabajo como una actividad separada, que no se integra claramente en un senti - do más profundo y elevado de la existencia humana. Hay que destacar a su vez lo original que es la relación entre el eterno retorno y el modo de ser ritual del hombre arcaico. No se trata aquí de un pensamiento del eterno retorno, por ejemplo como el de Aristóteles en De generación y co - rrupción , como tampoco del pensamiento de Nietzsche del eterno retorno de lo mismo, formulado en Así habló Zaratustra . Aristóteles tiene en mente el mo - vimiento de los astros, el día y la noche, las estaciones del año, en todo lo cual reconocemos el mentado eterno retorno. Nietzsche tiene presente sobre todo la historia de la humanidad con la reiteración incesante de guerra y paz, clemencia y crueldad, salud y enfermedad, y como expresión del amor fati (amor al desti - no); se trata de no tener problema alguno en querer que todo aquello se repita eternamente y tal cual como ha sucedido, es decir como un “eterno retorno de lo mismo”. Mas, en ambos casos –el de Aristóteles y Nietzsche– el eterno retorno es un pensamiento, y no propiamente una vivencia. El hombre arcaico, por el contrario, por decirlo así, vive el eterno retorno en la perpetua rememo - ración ritual de los arquetipos. Mas ello se debe a su vez a que él percibe que lo temporal es cíclico, y ello le da su sello a todo el acontecer de vigilia y sueño, de nacimiento y muerte, de marea alta y baja, de las fases de la luna. 21 W. Heisenberg, “El descubrimiento de Planck y los problemas filosóficos de la física atómica”, en: Hombre y átomo , Ediciones Guadarrama, 24, p. 83 ss.

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