Ser-humano (cartografía antropológica)

— 44 — 2. Al mismo tiempo somos homo ludens-alea , determinados por el azar-destino. Durante milenios estos juegos fueron vivenciados como juegos regidos por el destino y los dioses. Así las ordalías, entre las cuales se contaba el juicio divi - no y los duelos. Mas, con la modernidad los juegos de alea pasaron a ser jue - gos de azar e incluso de probabilismo, vale decir, particularmente juegos de lo alea-torio, así la lotería o la ruleta. Pero, antes de tener en consideración juegos específicos, se trata de que como homo ludens nos determina lo que vivencia - mos como azar o destino. Es algo que parte con el nacimiento mismo. Ya el solo hecho de haber nacido, de encontrarnos siendo en el mundo lo vinculamos con el azar o el destino. Pero también el que hayamos conocido a determinada per - sona que habrá de jugar un papel importante en nuestra existencia; el que nos hayamos de dedicar a la filosofía, la música, la historia o las leyes; el que haya - mos nacido chilenos, sudamericanos, de cierta raza o en una familia de cierta orientación política y religiosa. Visto el alea con estos alcances, él corresponde al Gran Juego en el que nos encontramos entre nacimiento y muerte. Con Heidegger podemos decir lo si - guiente (en lo que habría una alusión tácita al juego de alea ): El hombre juega porque es puesto en juego en el juego del ser 15 . Precisamente ese juego del ser lo podemos pensar como ese Gran Juego en el que nos encontramos jugando en todo momento. 3. Los juegos de mimicry , juegos de imitación, simulación o de roles, son los pri - meros que comenzamos a jugar desde que llegamos al mundo. Es por ello que descubrimos el mundo a través de ellos. El niño al jugar que es un volcán, o un río, que es médico o paciente, que es hombre o mujer, hace una primera gran síntesis analógica del mundo, que tiene un carácter simbólico-mitológico. Pos - teriormente los juegos de mimicry se profesionalizan y dan lugar a la actuación en teatro, cine o televisión. Pero, antes que estas expresiones específicas, ante todo jugamos juegos de mimicry en la constitución identitaria de nuestro yo. En cierto modo, en el transcurso de ella vamos asumiendo distintos roles y de ellos al final algunos en particular son los que se habrán de imponer y le darán una impronta a nuestra personalidad. Es por ello que estamos siempre siendo homo ludens miméticos . 4. Los juegos de ilinx constituyen los juegos más extremos, dado que en ellos po - nemos la vida en juego. Son eminentemente juegos de riesgo extremo. Y antes de expresarse ellos en ciertos juegos específicos, como alas-delta, parapente, saltos acrobáticos de paracaidismo, y otros, como homo ludens ilinx tendemos a admirar los actos heroicos incluso hasta tal punto que ellos valen por lo general 15 M. Heidegger, La proposición del fundamento, trad . de Félix Duque y Jorge Pérez de Tudela, Barcelona: Serbal-Guitard, 1991, p. 176. / Ed. al.: Der Satz vom Grund, Pfullingen: Neske, 1971. En adelante ‘SvG’. / Otra trad.: El principio de razón ; en ¿Qué es filosofía?, trad. de José Luis Molinuevo, Madrid: Narcea, 1978.

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