Ser-humano (cartografía antropológica)

— 41 — Ad 2. Podría suceder que las futuras generaciones estuvieran particularmente determinadas por la cultura y que ésta la entendieran ante todo como un dar y dejar testimonio de lo que es , de todo lo que hay. Ad 3. La sociedad futura bien podría tener un sello por sobre todo lúdico, en la cual se asumiera que al no haber una respuesta clara respecto de lo que somos, se concibiera la existencia entre el nacimiento y la muerte más que nada como un juego. Ad 4. Es probable también que el futuro hombre se aparte más de lo que ya lo ha hecho del animal y que en llenar el vacío y carencia de sus dotes instintivas y animales continúe cada vez más avanzando en lo que va desde la tecno-ciencia hasta el arte y la filosofía. Ad. 5. Podría suceder a la vez que la sociedad futura adopte un carácter más marcadamente moral, lo que estaría suscitado por una pareja afirmación cada vez más radical del hombre como persona. Ad 6. Es probable también que el hombre se oriente cada vez más en el mundo de los símbolos que crea y que advierta el carácter simbólico no sólo del arte, de la religión, sino también de la ciencia. A continuación una explicación algo más amplia de cada una de estas seis con - cepciones antropológicas paralelas: 1. El hombre como buscador de sentido Caracteriza esencialmente al hombre ser un perpetuo buscador de sentido, tan - to en lo que se refiere a la orientación última de su existencia individual y colec - tiva, como en lo referente a la justificación inmediata que tiene o no tiene lo que hacemos y decidimos. Esta búsqueda de sentido ha permanecido como tácita en un largo periodo de la historia. Haciendo aquí una relación con las concep - ciones antropológicas histórico-filosóficas, ha sido necesario esperar hasta el ser humano como proyección para que esta pregunta aflore y de lugar al desarrollo de teorías del sentido. En rigor, y a raíz de como Jaspers interpreta a Nietzsche en su obra del mismo nombre (1934) en el filósofo del martillo el hombre es concebido como “el ente que se produce a sí mismo”, como auto-producción, podemos decir que este hombre está dando ya el paso preliminar para pregun - tarse propiamente por el sentido. Es por ello que históricamente ha tenido que ser el “Príncipe Nietzsche” el que bese a la bella durmiente del sentido para que éste se constituya como pregunta. El ser humano como posibilidad y proyección, definido después por el propio Jaspers y Heidegger, viene a representar el último de los impulsos para que de la pregunta pasemos a teorías del sentido, pero no solamente eso, sino además para que nos abramos a la vez a la posibilidad del sin-sentido. Ello se desarrollará en teorías del sentido de Deleuze, Baudrillard,

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