Ser-humano (cartografía antropológica)

— 25 — que nada proviene del cristianismo, aunque habrá de constituirse igual en la filosofía, a saber en la filosofía y teología cristianas. A su vez, reconocemos en las concepciones antropológicas el árbol genealógico de la humanidad. Siendo así, el homo sacer corresponde al tronco de este árbol, dado que tan sólo en términos cronológicos, es el que más tiempo vivió. Si con - sideramos esa existencia desde el homo sapiens en adelante, vale decir desde hace unos 150.000 años 9 , todas las otras concepciones antropológicas desde el animal racional representan apenas un poco más del 1% en el camino recorrido hasta acá. A propósito de ello, cabe advertir, y como veremos más adelante, que el habitar en un mundo sacro por parte precisamente del homo sacer , siguien - do rigurosamente calendarios litúrgicos de rememoración de arquetipos sacros, como el insertarse a la vez en un tiempo cíclico, constituye un modelo a tal punto exitoso que permitió la supervivencia del homo sacer a lo largo de ese espacio temporal prolongadísimo. En contraste con ello, si nosotros seguimos estando determinados por el animal racional, este modelo tal vez probó ser exitoso du - rante algo más de dos milenios, mas hoy por hoy, nos asolan más dudas que nunca si acaso este modelo es exitoso o, al contrario, está destinado al fracaso. Por otra parte, las concepciones antropológicas que, como ya adelantamos, corresponde verlas no en relación con su mera formulación abstracta, sino en relación con su realización efectiva, se traduce esto en la constitución de una “tipología humana filosófica”. Vale decir, de las concepciones antropológicas se desprenden tipos humanos, como serían verbi gratiae justamente el animal ra - cional, el ser humano singular o el ser humano como proyección. Estos tipos humanos no sólo han existido, sino que marcan el rumbo de cada época. Mas, ellos corresponden no a tipos humanos psicológicos, como cuando hablamos, por ejemplo, con apoyo en Galeno, de tipos sanguíneos, flemáticos, biliosos y melancólicos, sino que los tipos humanos que más bien están en juego en las concepciones antropológicas, son epocales e históricos. Es por ello que jamás podremos decir que tal persona o aquella es animal racional, ser humano voliti - vo o ser humano singular. Y, sin embargo, al ser epocales nuestros tipos huma - nos, nos determinan desde la retaguardia a cada cual. Al mismo tiempo, podemos ver en las concepciones antropológicas en cierto modo rostros o máscaras que va adoptando la figura de lo humano. Y significa - tivamente la historia de la humanidad se va configurando, como ya dijimos, en la medida en que estas máscaras van cayendo una tras otra. Queremos enfati - zar con ello nuevamente la tensión entre permanencia e historicidad, ya que aquí lo permanente es el “ser” de lo humano, alojado en su enigmaticidad in - superable, y las máscaras de lo humano son las que van marcando y definiendo 9 http://www.portalciencia.net/antroevosapi.html Y ello sin considerar la antigüedad del eslabón perdido, respecto del cual las cifras fluctúan entre 2 y 3 millones de años, http://www.maic.net/evolucion/cronologia.htm

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