Ser-humano (cartografía antropológica)

— 174 — la plenitud del ahora, puesto que, desde antiguo, en particular desde el propio Parménides, la filosofía obedece al impulso de hacerse uno con el ser. Desde la sentencia parmenídea: “Lo mismo es pensar y ser” en adelante este impulso se hace manifiesto casi en todo gran pensador. En Heidegger corresponde ello a lo que atañe al Denken (pensar) que para ser radical debe ser Andenken (conme - moración, en términos de la “memoria del ser”) (WhD, p. 6). Andenken podemos traducirlo también provocativamente como “pensar desde el ser”, ya que eso es precisamente lo que está en juego: que no sea más un pensar, como, según Hei - degger, ha sido el pensar tradicional. En este último pensar, de uno u otro modo, hay un sujeto tras él que lo conduce en la dirección que este último se propone y de acuerdo con reglas lógicas. En contraste con ello, con el Andenken el pensar debe ser tan radical que en él sea el propio ser el que “habla” y revela su verdad. Por los alcances que tiene el filosófico “hacerse uno con el ser”, resulta cues - tionable hablar de que la filosofía ha estado “persiguiendo” aquello, o aun que haya habido una búsqueda, un anhelo, o –la expresión que nosotros mismos usábamos– un impulso, ya que se trata justamente de un movimiento contrario: que lo Otro, lo absolutamente Otro, el ser, se apodere de ti, que, por lo tanto, incluso no se manifieste en ello tu “yo” habitual que dirige, maneja, controla, se propone esto o aquello, sino que sea un yo, para decirlo con Meister Eckhart, desasido , desapegado, para que recién entonces el ser pueda revelarse en su verdad. Por otra parte, esta “verdad”, siguiendo en ello también a Heidegger, no es algo más que pudiéramos esperar que se diera o pusiera de manifiesto, sino que la verdad no es sino el ser mismo, en otras palabras, que el ser es , diríamos, el ser nada más que en su ser. Ya adelantábamos que el primero en abrir lo que podemos describir como “el correlato existencial del eterno presente del ser” es Kierkegaard, y no sólo en El instante ( Der Augenblick , 1855) 112 , sino en muchas otras obras. Con Kierkegaard se trata del “instante que se eterniza” y como el pensador danés piensa este instante sobre todo en conexión con la elección ( Wahl ) y la reiteración ( Wieder - holung ) a perpetuidad de esa elección, que tendría que ser ante todo elección de “sí mismo”, se trata en ello claramente de una vía consciente de “ser plena - mente en el ahora”. Ya vimos a su vez que aquél sí-mismo auténtico tiene que ver en Kierkegaard con un “ser en Dios”, y como agregábamos, con un “segundo nacimiento” de Cristo en ti. Con Kierkegaard pues hay no solamente una vía consciente de inserción en el ahora pleno, sino que esta vía se da a través de la elección reiterada. Ello nos hace percatarnos que, en mayor o menor grado, cada cual está determinado por un presente que se perpetúa a través de nuestras elecciones decisivas, relativas a familia, profesión o una causa por la que nos jugamos. Ello corresponde a la 112 S. Kierkegaard, El instante , trad. de Andrés Roberto Albertsen, Madrid: Trotta, 2006.

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