Ser-humano (cartografía antropológica)

— 165 — según nuestra hipótesis de trabajo, es totalmente accesible a la reflexión pura y señala una característica del ser humano. Como dice Descartes al comienzo de su IV Méditation , este ser está constituido de tal forma que ‘me veo expuesto a una infinidad de fallos; así que no debo extrañarme de mis deslices’. Pues bien, eso es lo que quiere hacernos comprender el concepto de labilidad o falibilidad, a saber: cómo se ve el hombre ‘expuesto’ a resbalar” (Fyc, p. 25). Con ello tenemos una “primera hipótesis de trabajo” que supone que la fragili - dad o labilidad es constitutiva del ser humano, y este reconocimiento ha tenido en la tradición algunas anticipaciones, como en el propio Descartes, agregándo - se a estos anticipos Pascal y Kierkegaard. Veamos ahora de qué trata la “segunda hipótesis”: “Mi segunda hipótesis de trabajo afecta al fondo de la investigación y no ya ex - clusivamente a su forma racional. En ella supongo que ese carácter global con - siste en cierto desplazamiento o incoincidencia del hombre consigo mismo; esa ‘desproporción’ del individuo consigo mismo marcaría el índice de su labilidad. ‘No debo extrañarme’ de que el mal haya entrado en el mundo con el hombre, ya que el hombre es el único ser que presenta esa constitución ontológica ines - table consistente en ser más grande y más pequeño que su propio yo” (Fyc, p. 26-27). Con ello Ricoeur adelanta además el cometido de la obra en sus pasajes iniciales: abordar el tema del mal: qué es el mal, de dónde proviene, y demás. Prefiere no llamar a ello ‘teodicea’ para no quedar preso de antemano en ese marco, y deja la investigación que emprende en torno al mal sin nombre (¿un nombre posible sería ‘cacodicea’?). Ricoeur nos recuerda además como en los inicios de la IV Meditación Descartes concibe al hombre, en vista de sus errores, fallos y deslices, como situado entre Dios y la nada. Descartes: “Al tratar de averiguar más de cerca la causa de esos errores, observo que no sólo surge en mi pensamiento la idea real y positiva de Dios, o de un Ser sobera - namente perfecto, sino, además, por decirlo así, cierta idea negativa de la nada, es decir, de lo que dista infinitamente de toda clase de perfección; y entonces me encuentro como un eslabón entre Dios y la nada /…/” (Fyc., p. 26). A su vez, el hombre frágil o lábil concebido por Ricoeur se vincula con la idea de ser intermediario o mediador entre dos potencias que hay en él y que lo llevan en una u otra dirección, que lo hacen subir o caer. Por de pronto, nos aclara que ese carácter de intermediación no hay que entenderlo al modo de cierto lugar intermedio en que se encontrara el hombre, como entre el ángel y la bestia, sino al modo de asumirse y vivenciarse a sí mismo en términos de un activo mediar

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