Ser-humano (cartografía antropológica)

— 164 — 11. Ser humano frágil Toda obra nace del deseo, y todo deseo es, a la vez, rico y pobre Paul Ricoeur, Finitud y culpabilidad 1 S in duda uno de los rasgos notables de la filosofía del desenmascaramiento de Nietzsche lo constituye precisamente el desenmascarar todo quehacer hu - mano como determinado por una implícita o explícita voluntad de poder, a ratos confesa, por lo general encubierta. El ser-humano quiere más , quiere siempre más, y a la vez él mismo es voluntad de superación (vale decir, no sólo quiere más, sino que quiere más para sí mismo, en relación a sus propios desafíos). Justamente en esto radica también el punto de quiebre con Schopenhauer: para Nietzsche no hay suspensión de la voluntad, no hay acciones altruistas, motiva - das exclusivamente por el bien del otro, no hay la unión mística o la contempla - ción de la obra de arte, acompañadas por un abandono completo de la voluntad y sus demandas. ¿O las hay? Pues bien, si las hubiera, en lo concreto ello no afectaría en nada al hecho indis - cutible que la historia de la humanidad se explica en gran medida a partir de la puesta en acción y despliegue de la voluntad de poder. De todos modos corres - ponde aquí tener en cuenta la esclarecedora interpretación heideggeriana de la voluntad de poder ( Wille zur Macht ) como “voluntad de la voluntad” ( Wille zum Willen ) (HN, vol. 1, p. 46) en el sentido de que ante todo el poder es en primer lugar la propia voluntad, y secundariamente algún poder específico, ya sea el po - der económico, político, el que concierne al saber en cualquiera de sus formas, y –cómo no– también el poder de la fe, del mito. Es aquí donde corresponde abrirle las puertas a una nueva concepción antro - pológica, cual es la del ser humano frágil. Esta concepción se debe ante todo a Paul Ricoeur, el cual ya en su obra de 1960, Finitud y culpabilidad , formula una “antropología filosófica del hombre lábil”. Y así como posteriormente con Vatti - mo entra en juego la concepción del “hombre débil”, prefiero optar, por nuestra parte, por la ya mencionada expresión: ser humano frágil. Al iniciar el abordaje del pensamiento de Ricoeur sobre nuestra intrínseca fragili - dad, tengamos a la vista que él parte por destacar algo peculiar: si bien con Des - cartes podemos hablar de un sujeto fuerte (el ser humano como centro), en el propio pensador y fundador de la modernidad tiene esto su contracara. Ricoeur: “Esta idea de que el hombre es constitucionalmente frágil, de que puede caer,

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