Ser-humano (cartografía antropológica)

— 163 — Años más tarde, en 1964, aparece El hombre uni-dimensional de Herbert Mar- cusse en que, de uno u otro modo, se reanuda el pensamiento en torno al hom - bre-masa, bajo nuevas perspectivas. Lo mismo habría que decir de Las estrate- gias fatales (1983) de Jean Baudrillard, como de El imperio de lo efímero (1990) de Gilles Lipovetzky. Como observamos, el factum brutum del hombre-masa y el pensamiento sobre él atraviesa visiblemente el siglo XX de punta a cabo. ¿Acaso por ello sería la más relevante concepción antropológica de este siglo? En rigor, no. ¿Por qué? Porque podría decirse que a lo largo de la historia íntegra ha habido realidades fácticas del ser humano, ya sea en términos de un ser humano en estado de ig - norancia (en contraste con el animal racional), sumido en un status corruptionis (en contraste con el homo viator ), no mayor de edad ( unmündig ) (en contraste con el ser humano finito), volcado hacia lo externo (en contraste con el ser hu - mano singular), y otros. A nosotros pues, los que hemos vivido en la segunda mitad del siglo XX, nos ha tocado el hombre-masa, este pulgón que ataca la vid, y que sigue más vivo que nunca en los inicios del siglo XXI, probablemente hoy bajo un disfraz muy similar: como “animal consumidor”. Que el hombre-masa, en cualquiera de sus versiones, sea nada más que un he - cho consumado, un resultado, probablemente relacionado con el marxismo o el capitalismo, o más de fondo todavía, con lo que Jaspers describió como “plani - ficación total” ( Totalplanung ) en Origen y meta de la historia , no constituye jus - tificación suficiente para elevarlo a una concepción antropológica. Las concep - ciones en cuestión constituyen, en contraste con el hombre-masa, propuestas, posibilidades de zanjar un futuro de la humanidad.

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=