Ser-humano (cartografía antropológica)

— 156 — último término –proyección ( Entwurf )– al modo como Heidegger concibe al ser humano. Si nuestro ser es pues posibilidad, poder-ser, ello quiere decir que es siempre un siendo , un haciéndose , desenvolviéndose , es decir, él no está nunca acabado, realizado, completado, resuelto. Jaspers muestra, según ya destacábamos a pro - pósito del ser humano volitivo, cómo la concepción del hombre como posibili - dad comienza a despuntar con Nietzsche, en el cual se entiende el hombre como “un ente que se produce a sí mismo” ( ein sich hervorbringendes Wesen ), a saber como “auto-producción”. Ello da cuenta nuevamente del parámetro de amalga - ma y sinergia dentro de nuestras concepciones antropológicas, y resulta obvio que ello se da siguiendo la diacronía en sentido inverso, lo que implica que es el ser humano como proyección el que se amalgama con el ser humano volitivo, y no al revés. Por lo demás, sólo en el sentido y dirección de esta diacronía inversa se da toda amalgama y sinergia entre las concepciones antropológicas. Desde el animal racional en adelante hemos comenzado a quedar atrapados no sólo en la flecha del tiempo, sino en lo que estimamos como “realidad”. Los sucesos, los eventos de esta realidad empírica, suponemos, no sólo se dan bajo una rela - ción causal, sino sucesivamente. El homo sacer , en cambio, no sólo habita en un tiempo cíclico, y por lo tanto no está atrapado en la flecha del tiempo, sino que, por apoyarse en el mito, está también desligado de cualquier atadura con una supuesta “realidad empírica”. Es así como sólo para el homo sacer sería posible una diacronía en ambas direcciones, hacia atrás y hacia delante. Si no hay en rigor una naturaleza o sustancia humana, y nuestro ser es esen - cialmente posibilidad, encontramos en esto una incomparablemente fuerte re - lación contestataria con todas las concepciones antropológicas anteriores. En ellas siempre estuvo en juego concebir al hombre de acuerdo a algo dado en él, que lo distingue de los demás entes: una capacidad, una facultad, alguna mar - ca diferenciadora. Teniendo en cuenta este trasfondo histórico-filosófico, cabe decir que con la concepción del ser humano como posibilidad y proyección se inaugura una nueva era en las concepciones antropológicas. Ya nada de lo que sigue en ellas puede ser indiferente respecto de esta concepción. Mas, como suele suceder, pese a que esta concepción ya está claramente formulada en la primera mitad del siglo XX, en lo que se refiere a los tiempos de la filosofía, esta - mos todavía demasiado inmersos en esa concepción como para dimensionarla en su perspectiva filosófica actual y futura.

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