Ser-humano (cartografía antropológica)

— 151 — Como podemos ver, nuestro tema principal en torno al “ser-humano”, al ser hu - mano como el guión que debemos cumplir, se ilumina muy particularmente tan - to desde Meister Eckhart como desde Kierkegaard. 2 Interesa tener en cuenta que la filosofía no es en absoluto ajena a estilos de exposición, que significativamente caracterizan los alcances del pensar de los distintos filósofos. Así advertimos claramente una afinidad entre Heráclito y el aforismo, entre Platón y el diálogo, entre Aristóteles y el tratado, entre Marco Aurelio y el monólogo, entre Montaigne y el ensayo, y a ello le agregaríamos un estilo prácticamente no atendido hasta ahora: la réplica, y la afinidad que por de pronto tiene con Leibniz (pensemos en la réplica a Locke de los Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano , o la réplica al Obispo Bayle en la Teodicea ). Pues bien, el modo de la réplica se presenta también en el pensamiento del filósofo de Copenhague. Y así como Leibniz logra hacer avanzar su propio pensamiento a raíz de aquellas sucesivas réplicas, así de modo más radical todavía, Kierkegaard, podría decirse que descubre lo más propio de su pensamiento a raíz de la per - manente réplica a Hegel. Justamente la consideración hegeliana del poder del concepto y su despliegue, es motivo de réplica por parte de Kierkegaard, ya que ello le parece una abstracción, para plantear que en definitiva todo se juega en el hombre singular, el ser humano volcado ahora hacia sí mismo. Los distintos pensamientos kierkegaardianos que ya hemos destacado –elec - ción, autenticidad, segundo nacimiento, salto y apuesta– remiten al hombre que se constituye ahora como ser humano singular. Y no deja de ser peculiar que el homo viator , al replantearse de renovada for - ma con Kierkegaard, sea el que anticipa y le abre un nuevo surco al hombre por venir: el hombre como proyección. Con todo, hay en ello cierta explicación plausible: el homo viator ya suponía claramente una introversión, que nos lleva a recordar la sentencia de San Agustín: redi in te ipsum, in interiore hominis ha - bitat veritas , “vuélvete hacia ti mismo, en el interior del hombre habita la ver - dad”. Conectado con ello, cabe destacar muy especialmente que, junto con ser el filósofo danés el gestor del ser humano singular, lo es también de la filosofía de la autenticidad. La preocupación por la autenticidad ha estado desde remo - tos tiempos en la humanidad. Durante milenios ella estuvo determinada por nuestra pertenencia, nuestro ser partes de algo mayor, ya sea el estado o alguna religión. Ha sido necesario un proceso de sostenida individuación, de liberación de aquella pertenencia anterior, para que la autenticidad llegue a ser algo que me compromete a mí conmigo mismo. En la historia de la filosofía éste es el momento que representa justamente Kierkegarrd. Es más que probable que el hombre antiguo y medieval no haya sentido este desafío de ser auténtico, así como lo experimenta el hombre contemporáneo.

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