Ser-humano (cartografía antropológica)

— 149 — El ser humano singular, en cambio, se debe en su gestación, al deslumbramiento que sigue ocasionando la verdad revelada. La angustia y desesperación que lo fisuran se deben, antes que nada, a la distancia que nos separa de Dios, y esta distancia está a su vez en directa relación (de acuerdo a Temor y temblor ), con el hecho de que, como seres humanos, estamos escindidos entre dos polos: de un lado, la razón y el sentido común, y, del otro, la fe 97 . Abraham, el “padre de la fe”, es un modelo inalcanzable para nosotros. Con nuestra mirada asentada en la razón y el sentido común, si vemos pasar a alguien por ahí y sabemos que se dirige a sacrificar a su hijo a Dios, lo consideraríamos un loco o un asesino, y haríamos todo lo posible por detenerlo. Según leemos en el Tratado de la desesperación (1849) la desesperación es jus - tamente la de no poder ser-sí-mismo. En primer lugar, el hombre es autorrela - ción; en todo lo que hace, decide, piensa, siente, está no sólo en una relación con el objeto hecho, decidido, pensado, sentido, sino consigo mismo. Y en esta autorrelación el hombre procura ser-si-mismo, mas se ve envuelto en ello en una antitética existencial . La dialéctica hegeliana se piensa ahora sobre un fun - damento existencial: ahí se presenta, por ejemplo, la tesis como posibilidad (en cuanto a lo que podemos ser ) y la antítesis como necesidad ( lo que ya somos ). La síntesis no es posible en esta existencia, sino en la vida eterna, lo que es motivo de fe 98 . Justamente en la perpetua búsqueda del sí-mismo se manifiesta una singulari - zación del hombre. Se trata del sí-mismo de cada cual y no más de una cuestión genérica. Así nace el ser humano singular con Kierkegaard. Pero, este sí-mismo es ser-en-Dios, y ello sería únicamente posible en la vida eterna. Y por eso en el camino del sí-mismo, irrealizable este último en este mundo, se recapitula con Kierkegaard la concepción de un segundo nacimiento que, ya decíamos, propone Meister Eckhart. Se trata de que cada cual prepare el segundo naci - miento, que es ahora el de Cristo, en ti. Atendiendo a este segundo nacimiento, dirijamos nuestra mirada a la obra Migajas filosóficas ( Philosophische Brocken , 1844), libro que Kierkegaard llamó también Pequeñeces filosóficas ( Philosophis - che Kleinigkeiten ), título que posteriormente cambió. Como antes del segundo nacimiento, vive el hombre todavía en la no-verdad, leemos allí: “Hasta tanto él ha estado en la no-verdad y que ahora recibe la verdad con su condición intrínseca, se da en él una transformación que es como del no-ser al ser. Pero este tránsito del no-ser al ser es aquel del nacimiento. En tanto él, que existe , no puede nacer, y a pesar de todo, nace. Llamemos a este tránsito rena- cimiento , por virtud del cual él viene completo por segunda vez a este mundo 97 S. Kierkegaard, Temor y temblor , trad. de Jaime Grinberg, Buenos Aires: Losada, 1968. 98 S. Kierkegaard , Tratado de la desesperación , trad. de Carlos Liacho, Buenos Aires: Santiago Rueda, 1960. En adelante: Tdd.

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