Ser-humano (cartografía antropológica)

— 131 — to de la plenitud como de cada cosa, es el querer-ser, en lo que cada cosa tiene su fuerza 84 . A través de la razón universal o de la voluntad universal suponemos que pro - venimos del ser y que nuestro ser no es simplemente “parte”, sino que está integrado en el ser pleno de aquella razón o voluntad. Mas, tengamos en claro que con esto queda planteada una inquietante pregunta: ¿somos simplemente partes (si se quiere indiferentes de una plenitud), es decir somos finitos y nues - tra fragilidad tiene que ver sustancialmente con eso y por ende, en definitiva, es metafísica? ¿O estamos efectivamente integrados, en cierto modo, como agen - tes activos, en el despliegue de una razón o voluntad universal? Ya el homo viator y las posibilidades de diversas interpretaciones respecto de Dios que abre, sean consideradas éstas ortodoxas o heterodoxas, nos deja ante una similar pregunta; es lo que se refiere a la alternativa entre deísmo y teísmo. Pero, si de una u otra forma somos parte o estamos integrados en un ser pleno superior, de inmediato cada cual vivencia y entiende su ser en función de que es hombre o mujer, es blanco o negro, de cierta nacionalidad, proviene de tal familia, y demás. Sucede entonces que ya con esas determinaciones, que de modo espontáneo y a-crítico simplemente asumimos, se ha perdido la remisión a nuestro ser. Quedamos por ello desvinculados de él. Sin duda alguna, si habla - mos de alienación, enajenación o extrañamiento, esta alienación ontológica es la más radical de todas. Y, en el mejor de los casos, únicamente en momentos de crisis, de pérdida, de extravío, logramos a ratos volver a vincularnos con nuestro ser. ¿Qué es pues ese ser originario nuestro? Ante todo, se nos muestra como abier - to y enigma. Sin duda lo más acertado, fructífero y sanador es dejar estar, dejar ser al ser, y justamente dejarlo ser en ese enigma. Sólo entonces estamos en la mayor cercanía de nuestro ser-humano. Como hemos visto en los inicios de nuestra indagación, hay un íntimo nexo entre ser y sentido. Si supiéramos qué es ese ser nuestro, cómo proviene del ser de la plenitud, tendríamos que saber a la vez qué es este último: simplemente el ser. Pero, esto sólo lo podría decir un dios. Sin embargo, el hombre necesita al mismo tiempo de una auto-comprensión, necesita definirse a sí mismo en alguna forma y de acuerdo con alguna deter - 84 Tengamos en cuenta que con el castellano se plantea el problema que entre voluntad y su manifestación, el querer, nos encontramos con dos raíces etimológicas distintas: voluntad y querer. Y ello es diferente a otros idiomas: por de pronto, en latín es ‘voluntas’ y ‘volo’, en alemán ‘Wille’ y ‘wollen’, en inglés ‘the will’ y ‘to will’. Y en todos estos casos el ‘querer’ expresado en esos otros idiomas no incluye, al menos significativamente, ‘amar’; ‘volo’, ‘wollen’ ‘will’ expresan simplemente la acción de la voluntad.

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