Ser-humano (cartografía antropológica)

— 132 — minación. Ello le permite a la vez una orientación. A partir de esto se explica la historia de las concepciones antropológicas. Y sucede en ellas que desde inicios del siglo XIX, es decir coincidiendo con la constitución del hombre activo, y probablemente influida por ello también, se presenta con Schopenhauer y posteriormente con Nietzsche la concepción del hombre volitivo. Con esta concepción antropológica y tipo humano correspon - diente lo que en primer lugar está en juego es una afirmación del querer y no de la razón. Justamente en términos de una imponente relación contestataria se pone en entredicho el dominio ya milenario del animal racional y que, desde la mirada de Schopenhauer, encuentra su culminación en Hegel, que para el filóso - fo pesimista representa al archirrival. Ello comprende tanto una nueva concep - ción antropológica como ontológica. Por de pronto en Schopenhauer la voluntad de vivir determina a todos los entes, en niveles que van desde lo más elemental a lo más sofisticado: en el mineral como magnetismo, en la planta como tropis - mo, en el animal como instinto, en el hombre como voluntad racional, como una voluntad que se sirve de la razón. Es por ello que ante todo Schopenhauer con - cibe una voluntad universal que se individúa en voluntades de vivir particulares (actuando en ello el principio de individuación). Pero, sucede que cada una de estas voluntades de vivir es simplemente parte de una ciega voluntad universal. Leemos en El mundo como voluntad y representación que la voluntad sólo ve algo en la medida en que se asocia con la representación: “La voluntad, la cual contemplada puramente en sí misma, es falta de conoci - miento y un ciego e incontenible impulso, como lo vemos aparecer en la natu - raleza inorgánica y vegetal, y sus leyes, como también en la parte vegetativa de nuestra propia vida, recibe, a través del mundo de la representación que se le agrega, y que se desarrolla a su servicio, el conocimiento de su querer y de lo que sería, a saber, no otra cosa que este mundo, la vida, tal como está ahí” 85 . Rüdiger Safranski cita pasajes de los Manuscritos tempranos , donde ya encon - tramos la misma idea: “El mundo como cosa en sí es una gran voluntad, que no sabe que quiere; por - que él no sabe sino que meramente quiere, precisamente porque es voluntad y nada más” 86 . Y para formarnos una idea del alcance universal de la voluntad: “Cuando lo contemplamos /al mundo inorgánico/ con mirada perspicaz, cuando 85 A. Schopenhauer, Die Welt als Wille und Vorstellung , München: dtv, 2005, # 54 p. 361, trad. mía. En adelante: WWV. / Ed. Cast.: El mundo como voluntad y representación , Madrid: Trotta, 2009. 86 Citado por Rüdiger Safranski, Schopenhauer , Frankfurt a/M: Fischer, 2006, p. 299, trad. mía. En adelante: Sch.

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