Ser-humano (cartografía antropológica)

— 110 — 6. Sujeto universal La sabiduría no está en nada singular, ella no descansa en la tierra de los vivientes, porque ella no se queda en absoluto, ella lo atraviesa todo, como el viento, del que escuchamos su silbar, pero nadie puede decir donde está su estancia Schelling, Lecciones de Erlangen 1 A unque es cierto que siempre después de ocurridos los hechos, las transfor - maciones, los acontecimientos, encontramos que en su secuencia están so - metidos a una rigurosa lógica, con todo lo controvertido que puede resultar este proceder, no deja de llamar la atención que cada vez se puedan recabar razones de peso en aras de justificar aquella secuencia, en nuestro caso, la secuencia y a la vez diacronía histórica de las concepciones antropológicas. Ello tiene que ver con la necesariedad que semeja lo pasado que se nos presenta como inalterable y cierto, en contraste con la plasticidad de lo porvenir, del futuro que, al mismo tiempo, es incierto. Y, agreguemos: como todo un mar de posibilidades incier - tas futuras quedarán luego, siempre y sin excepción, relegadas al pasado, ello mismo nos hace ver el contrasentido en que incurrimos al ver lo pasado como sometido a una necesidad inconmovible. De alguna manera lo que determina esto es nuestro irreflexivo solazarnos en la theoria , en la explicación, la cual, y curiosamente, justo por estar precedida por el principio de razón suficiente , nos lleva a cometer un sofisma. Éste consiste en definitiva en “presentar como eter - no y necesario lo contingente e histórico” (Fdh, p. 22). En lo que atañe al tránsito del ser humano finito al sujeto universal se observa esto mismo: que subyacería a ello una lógica implacable (pero precavámonos de caer en las redes de una tal presunción). Si, como veíamos, la constitución del hombre finito se asocia a la vez con la apertura a una nueva fuente de la verdad y del ser, dada por la experiencia, de alguna manera habrá de suceder en relación a esto, que muy pronto y a propósito del ser humano finito, nacido sobre todo con Kant, se experimentará una suerte claustrofobia de la experiencia . El sujeto universal se gesta con esta sensación y en ello es determinante su relación con - testataria con el ser humano finito. Este nuevo sujeto hace su entrada con los filósofos del idealismo alemán, partiendo por Fichte, y seguido éste por Hegel y Schelling. Se rompe aquí con la atadura consustancial a la finitud precisamente del ser humano finito y también con su circunscripción al terreno empírico.

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