Política mundial hacia el siglo XXI - page 74

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RICARDO KREBS
tecnología. Justamente en nuestros días estamos presenciando un nuevo y
espectacular cambio en este proceso. De la era industrial estamos pasando a la era
de la computación y de los sistemas de comunicación. El Estado tendrá que seguir
este proceso de creciente racionalización y tendrá que tecnificar sus instituciones
y servicios.
Esta racionalización y el uso universal de la computación significará entre
otras cosas que el ciudadano se convertirá para el Estado definitivamente en un
número. Toda persona, al nacer, recibirá un número que servirá para identificarla
como persona, contribuyente, productor y consumidor. Bajo este número tendrá
que inscribir sus bienes y presentar sus declaraciones de impuesto. Bajo el mismo
número se extenderán las cuentas de la luz, del gas y del agua potable. El número
le servirá de número para su teléfono. Bajo este número tomará sus seguros de
enfermedad, de accidentes y de vida. Bajo este número será casado, jubilado y,
finalmente, enterrado.
La tecnificación de los servicios públicos otorgará nueva y crecida importan–
cia al tecnócrata. La atención eficiente del sofisticado aparato computarizado de
los servicios públicos requerirá de tecnócratas altamente calificados que consti–
tuirán la nueva elite que tendrá en sus manos la conducción de aspectos decisivos
de la vida pública. Además, la racionalización y tecnificación de la administra–
ción pública permitirá una reducción del número de empleados.
Sin embargo, el empleo de sofisticadas tecnologías seguramente no permitirá
bajar los costos de la administración, sino que, por el contrario, los hará subir. El
Estado del siglo
XXI,
con toda probabilidad, seguirá siendo un Estado caro que
necesitará de altas entradas. El financiamiento del aparato estatal seguirá siendo
uno de los problemas centrales de la política fiscal. El pago de los impuestos será
uno de los deberes más importantes y, quizás, el deber más importante del
ciudadano. Las necesidades fiscales y sociales y las mismas necesidades econó–
micas harán que el Estado seguirá desempeñando un papel decisivo en todos los
procesos económicos, ya sea que él mismo actúe como empresario, ya sea que .
dirija y controle la economía.
El Estado social del siglo
XXI
estará, pues, presente en todas las manifestacio–
nes de la existencia humana y revestirá características de un Estado total en
cuanto que intervendrá de alguna manera en la totalidad del desarrollo histórico.
Este Estado social y total, siempre que sea eficiente y descanse sobre una sólida
base económica, estará en condiciones de garantizar a sus ciudadanos una amplia
seguridad social y con eso podrá satisfacer uno de los grandes anhelos del hombre
contemporáneo.
Cabe preguntar si: este Estado social y total se convertirá en un Estado
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