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RICARDO KREBS
burocrática y el ejército permanente. La modernización de la organización del
poder político en la Italia renacentista se produjo tanto en las Repúblicas como en
las "tiranías". Sin embargo, a la postre se impuso tanto en Italia como en los
demás Estados europeos el régimen monárquico.
La
primera etapa en la forma–
ción del Estado moderno culminó en la monarquía absoluta, Estado dinástico en
que todo el poder público quedó concentrado en manos del monarca. Durante el
siglo
XVIII,
el absolutismo de derecho divino fue reemplazado en muchos países
europeos por el absolutismo ilustrado que realizó una notable y eficiente labor de
modernización económica y cultural. Sin embargo, en las sociedades más avan–
zadas el absolutismo empezó a ser resistido como un régimen despótico hasta que
la Revolución Francesa reemplazó el Estado del príncipe por
el
Estado del pueblo
soberano
y
del ciudadano libre.
Según los ideales del liberalismo clásico se trataba, no sólo de limitar el
poder de los reyes, sino también el poder del Estado en general. Había que poner
límites a la acción del Estado con el fin de otorgar un máximum de libertad al
individuo, al empresario, a toda iniciativa particular.
El Estado liberal, efectivamente, puso el poder en manos de los sectores más
representativos de la ciudadanía. Sin embargo, pronto se hizo la sorprendente
experiencia de que el poder del Estado, en vez de disminuir, aumentaba cada vez
más. Como consecuencia de la concurrencia de numerosos fenómenos, como la
explosión demográfica, el acelerado crecimiento de la población, la progresiva
diversificación de la sociedad, la creciente complejidad de la civilización con–
temporánea a raíz de la revolución industrial y del vertiginoso desarrollo de la
ciencia y de la técnica: como consecuencia de todo ello se amplió y se diversificó
cada vez más el campo de acción en que tuvo que intervenir el Estado, el cual se
tuvo que hacer cargo de nuevas tareas. La experiencia histórica demostró que,
contrariamente a las expectativas del liberalismo, muchos problemas de la
economía y de la sociedad contemporáneas no podían ser resueltos por la
iniciativa particular y que forzosamente debía intervenir el Estado.
El viejo Estado había tenido por función principal la mantención de la paz y
de la justicia. Además el príncipe había actuado como mecenas y había protegido
a los pintores, músicos y arquitectos. En tiempos del mercantilismo, el Estado
también había asumido algunas funciones económicas. Todas las demás funcio–
nes y actividades, en ,cambio, habían estado entregadas a la sociedad
y
sus
instituciones: a la Iglesia, a las comunas y a las órdenes estamentales.
En la Época Contemporánea el Estado ha extendido su acción sobre todos los
sectores y todas las actividades de la sociedad. El Estado actual ya no se limita a
definir una política económica, sino que se ha convertido en gran empresario y