EL FUTURO DEL HEMISFERIO SUR
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80%, unos 4 mil millones, vive al norte del ecuador terrestre. Por otro lado, al sur
del trópico de capricornio, habitan sólo del orden del2 ó 3% de la población. Por
consiguiente, el poblamiento mundial relativo es fuertemente asimétrico y deter–
mina ámbitos altamente densos y saturados, en donde se vislumbran efectos de un
creciente deterioro medio ambiental, en contraposición de espacios prácticamen–
te vacíos. De lo anterior se desprende que el problema de la sobrepoblación es
esencial y primeramente un enigma para el hemisferio norte, mientras que este
lado austral de la tierra se caracteriza por tener el signo exactamente contrario.
El enigma no lo constituye en sí la falta propiamente de espacio, ya que los
asentamientos están claramente concentrados, sino la urgencia de atender los
elevados requerimientos y abastecer la demanda ejercida por esa proporción
mayoritaria de la población mundial. Más, no se piense que el problema tiene
sólo una raíz numérica lineal. Para dimensionar la real proyección de los niveles
de demanda, deben incluirse el progresivo aumento' -expresado en años- de las
expectativas de vida al nacer que ha alcanzado la población mundial en su
conjunto, además de los crecientes valores de ingreso per cápita.
Es, pues, de este último aspecto específico donde nacen los argumentos que
permiten entender el por qué se está configurando una presión creciente que
apunta hacia los espacios oceánicos australes del planeta, que son particularmen–
te extensos en el hemisferio sur. Estos espacios están preñados de abundantes
yacimientos de recursos naturales minerales no renovables y también orgánicos
vivientes, capaces de cubrir sobradamente en cantidad y variedad los niveles de
requerimientos de una sociedad desarrollada.
Por este motivo resulta iluso pensar, desde una perspectiva geoestratégica
moderna, que se pueda consolidar aquella proposipión de que se mantengan
incólumes ámbitos titulados "patrimonio común de la humanidad". Por el contra–
rio, es altamente probable que esa denominación se mantenga mientras estos
espacios no sean efectivamente adjudicados.
Las
neutralizaciones de poder
significan, de hecho, una postergación de una decisión que se visualiza como
inevitable, y que se propicia, en consecuencia, sólo mientras no se altere el
balance de poder que las generó. Sucedido esto último la dinámica toma,
necesariamente, su curso original. Por lo demás, el desarrollo histórico así lo ha
enseñado, y lo continúa mostrando en la actualidad.
En las tierras emergidas continentales, el proceso progresivo de adjudicación
territorial no se detuvo hasta que se abarcaron y coparon todos los rincones
disponibles, llegando a una efectiva distribuci6n total de los espacios. Ese umbral
se alcanz6, aproximadamente, a comienzos del siglo xx, al dividirse los distintos
Estados todo el ecúmene continental. Desde esa fecha a esta parte, se ha dado