EsCASEZ MUNDIAL DE ALIMENTOS
y
MATERIAS PRIMAS
lo que este valor representa como porcentaje de producto mundial,
de
acuerdo con cifras provenientes del U. S. Bureau of Mines en
1970: energía, 65 (2%); ferrosos, 35
(l
%);
no ferrosos, 25 0,7%);
no metálicos, 38
(1,1
%); total 163 (4,8%).
En apariencia, una proporción relativamp.nte pequeña del valor
del esfuerzo productivo de todos los países uel mundo está destina–
da directamente -o a través del comercio internacional- a la ex–
tracción de minerales y a su transformación en productos interme–
dios y finales. Sin embargo, la importancia de los recursos natura–
le~
reside en que ellos suministran tanto las materias primas cuya
transformación industrial permite satisfacer una parte sustancial de
las necesidades humanas como la energía necesaria para realizar esa
transformación, afectando así a todos los sectores de la actividad
eCO–
nómica.
Al mismo tiempo, las exigencias planteadas por los modelos de
desarrollo y por el ritmo de crecimiento de los países industriali–
zados determi'nan la tendenc:a hacia un consumo creciente de re–
curso~
naturales y hacia una competencia cada vez más activa para
asegurarse el acceso a sus fuentes de abastecimiento. Así, por ejem–
plo, los Estados Unidos, que hace 20 años eran virtualmente auto–
suficientes en cuanto a las materías primas requeridas para su de–
Sarrollo
industrial, en el año 2.000 dependerán de sus importacio–
nes para abastecerse del
8070
de dichos i'nsumos industriales. Esta
dependenc:a será más aguda en el caso de \Europa y UapóIi.
Las proyecciones mencionadas en la sección anterior conducen a
la conclusión de que el crecimiento expo'nencial del consumo de es–
tes recursos (su crecimiento a razón de un porcentaje anual cons·
tante) producirá el agotamiento de las reservas conocidas dentro
de plazos históricamente breves, más aún si se consideran las ten–
dendas observables hacia el aumento del consumo, en cuyo caso di–
chos plazos oscilarían entre 93 años para
el
hierro y 13 para el ní–
quel, pasando por un plazo de
21
años en el caso del cobre.
Estas proyecciones están -basadas en que los diversos elementos in–
volucrados en ellas permanezcan constantes, a saber: la magnitud
df' los recursos disponibles, los precios a las cuales su extracción re–
sulta remunerativa y las tecnologías empleadas para ello.
Se sabe que la disponibilidad de recursos minerales en la corteza
.terrestre y en el fondo de los Qcéanos es muohas veces superior a
las
reservas conacidas. Pero se ignora de qué manera esos recursos se
encuentran distribuidos, hasta qué punto es gradual la declinación
de su ley o contenida metálico
y
en qué medida su extracción po-