actividad, dentro de 10s políticos
y
objetivos del Sistema Antártico, con
particular referencia a sus efectos ambientales. Para ello se procuraba
asegurar, mediante las sucesivas recomendaciones, que la información
sobre estas actividades fuera proporcionada con anticipación, que se
conocieran las condiciones para visitar las diferentes bases, que no se
perjudicaran las actividades científicas, que se pudiesen supervigilar los
efectos ambientales y que, eventualmente, se concentraran los impactos
del turismo, que se llevara o cabo un proceso de consuItos entre las Partes
Consultivas y que las expediciones no gubernamentales fuesen auto–
suficientes
y
estuvieron cubiertas por seguros adecuados
(50).
De esta manera se procuraba que las actividades turísticas
y
otras
visitas al continente no fuesen contrarias a los principios y propósitos del
Tratado ni o las recomendaciones de las Reuniones Consultivas que
enfatizaban Jo protección de la Fauna y de la Flora. La Recomendación
VIlI-9 contuvo, en particular, un Anexo relativo a los principios acepta–
dos y disposiciones pertinentes del Tratado Antártico que, entre otras
materias, se refería a las medidas de conservación de la vida silvestre,
vertimiento de desechos, protección de monumentos históricos, facilitación
de la investigación científica y condiciones para realizar la actividad
turística
(51).
Igualmente se incluía una guía para los visitantes de la
Antártida y se preveío la eventual designación de Zonas de Especial
Interés Turístico.
Las normas dictadas para la realización de esta actividad normalmen–
te suponen autorizodón previa para visitar loS bases, existiendo la prohi–
bición de ingresar a las Zonas Especialmente Protegidas. También debe
evitarse toda perturboción a la vida silvestre
y
el arrojar desperdicios de
cualquier tipo. Los operadores turísticos han venido también adoptando
medidas voluntarias para organizar su actividad en el continente, lo que
complementa positivamente la función legislativa del sistema. Otras
normas se refieren específicamente olas actividades aéreas en la Antártida
(52). Se observa una creciente preocupación, en el sistema, por la pertur–
bación que causa el turismo en jas actividades científicas que se desarro–
Llan en la Antártida, osí como por la creciente demonda de apoyo y auxilio
a las bases establecidas, lo que además tiene un alto costo; problemas
relativos a control, responsabilidod, seguros, seguridad, búsqueda y res–
ca te
y
au tosuficiencia se han discu tido en este contexto (53).
La utilización del hielo antártico ha sido otra materia en que ha
intervenido La preocupación ambiental independientemente del potencial
interés económico que pueda tener est8 otr8 actividad (54). Estos aspectos
se han venido analizando desde lo Duodécima Reunión Consultiva
y,
más
tarde, J1evaron a la aprob8ción de la Recomendación
XV-21
que, entre
otros materias, solicita el intercambio de información sobre los aspectos
comerciales, tecnológicos
y
ambientales de la utilización de icebergs, así
como la participación científica de SCAR en J8 materia
(55).
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