Proposiciones para una teoría de la medicina

toda ciencia, pues toda ciencia trabaja con los productos de la actividad de individuos llamados científicos. Si la distancia que media entre "hacer" y "hacer-se" se ha acortado -incluso, para algunos, ha desaparecido-- es necesa– rio preguntarse qué significa la enfermedad. Ya no como un añadido a la persona. Ahora concebida como un producto de la persona. Los éxitos más notables de la medicina contemporánea se refieren al cuerpo físico. Milagrosas técnicas para la detección y la extirpación de neoplasias. Poderosos antibióticos para el control de agentes patógenos. Drogas que modifican la función celular en forma precisa y controlable. Medidas preventivas que ahorran sufrimiento y alargan la vida. Las personas más imbuidas de la ideología medicalizante que se gestó a tenor de estos éxitos han terminado por considerar que sus dolencias podrían ser extirpadas, de raíz, dados sufi– ciente inversión de dinero, trabajo científico y tiempo de desa– rrollo. Se trata de una dorada esperanza. Si la civilización ha traído males, más civilización traerá remedios para esos males. Que esto es una forma de ideología (Machado diría: "de falsa conciencia") lo refleja el simple pero paradójico hecho de que la medicina (o sus formas más occidentalizadas), en su avance, no alcanza nunca la meta final: que no haya más enfermos. La medicina, hoy más cara que nunca, crea sus propios clientes. Sólo que legión de éstos son de una nueva clase, mutantes que tenazmente resisten sus logros. Todo médico ha conocido aquellos pacientes que parecen contradecir al sistema. Se les descubre un tumor, se les somete a los más avanzados y oportunos tratamientos, se les da de alta pensando que un éxito tal merece ser publicado, todos están de acuerdo en la oportunidad y excelencia del tratamiento, el paciente festeja su vuelta a la vida activa. 211

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