La Odisea en la Odisea: estudios y ensayos sobre la Odisea de Kazantzakis

78 El final de Laertes La relación con Ulises con su padre presenta algún aspecto contradictorio. Pero en definitiva, aunque muy lejana de la tierna y hermosa relación entre hijo y progenitor, de que nos da cuenta Homero, la muerte de éste provoca en Odiseo un hondo dolor, lo que nos reconcilia con el Ulises homérico. Y sólo será después de haber enterrado a su padre y de haber cumplido piadosamente los debidos ritos, cuando se sienta libre para partir nuevamente. Odiseo no trata tiernamente a Laertes en el breve espacio de tiempo que va desde el retorno de aquél hasta la muerte del anciano. Pero el poeta sí lo hace. Kazantzakis da a Laertes la muerte que no le dio Homero. Y dos de las bellas escenas de la nueva Odisea se relacionan con el fin del viejo padre. Si el bien el menosprecio levemente compasivo que muestra Ulises hacia su deteriorado progenitor, está en abierta contradicción con la imagen de amor filial que nos entrega Homero, hay un elemento de identificación esencial entre la personalidad del anciano padre en uno y otro poeta. Laertes es un campesino, un hombre de la naturaleza. Y Kazantzakis lo hace morir abrazado a la tierra, entre sus plantas, sus animales y las avecillas del campo. Recordemos brevemente los pasajes homéricos relativos al padre del héroe. Anotemos antes el pensamiento de Jacqueline de Romilly, quien destaca el hecho de que los personajes de Homero se hallan muy cerca de los hombres comunes y corrientes 129 . El poeta insiste en aquello que provoca en el lector compasión, simpatía, emoción. Es la nota de verdadera humanidad, lo que ha significado la creación de personajes tan humanos que podemos sentirnos a nosotros mismos reflejados en ellos: Andrómaca, Penélope, Héctor, Aquiles, Laertes, el mismo Ulises en su aspecto más importante: el anhelo de volver a la patria y al hogar. En Esparta, frente a Telémaco y antes de reconocerlo, Menelao, luego de aludir a sus peripecias en el regreso desde Troya, menciona a los que esperan a Odiseo, el único combatiente de quien no tienen noticias: ―Seguramente le lloran el anciano Laertes, la discreta Penélope y Telémaco, a quien dejó en su casa recién nacido‖ 130 . La sombra de Anticlea, la madre de Odiseo, que murió de tristeza por la ausencia de éste, informa a su hijo sobre la situación de Laertes: ―Tu padre se 129 J. De Romilly: “Homero y la poesía oral. El nacimiento de una literatura”, en op. cit., p. 32. Ver también p. 36. 130 Odisea H , IV, 110-112.

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