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He tenido que pensar mucho últimamente en relación al principio de la autonomía,
en función del rol cambiante de nuestros Estados en lasAméricas. El Estado todo benefactor
ya no está más con nosotros y estamos viendo el surgimiento de grupos y organizaciones
que componen lo que llamamos la sociedad civil. Ya no es sólo el individuo, sino que ahora
hay muchos grupos que inciden en casi todo lo que hacemos. Muchos de los postulados y
las consideraciones éticas incluyen ahora el hecho de que se debe consultar, no sólo al
individuo, no sólo al Estado, sino también a estos grupos.
En un principio, cuando me involucré en la investigación, me costó mucho incorporar
el concepto de los “derechos” en relación a la ética médica y la noción de utilidad. Leí
acerca de la Libertad de Mill, tal como hacían las personas jóvenes de mi época y anoche
volví a leer la parte que me preocupaba. Mill escribió: “considero la utilidad como la
atracción máxima de todas las cuestiones éticas”. También señaló: “pero debe ser la utilidad
en el sentido más amplio, aquella fundamentada en el interés permanente del hombre como
ser progresivo”. En aquellos momentos me atormentaba la naturaleza de aquellos intereses
permanentes en salud, y quién determinaría tales intereses.
¿Qué tiene que ver esta odisea personal con el Programa de Bioética de la OPS? He
tratado de plantear cómo mi propia historia pudo cambiar mi apreciación del pensamiento
y las necesidades de los países, en especial de los países en desarrollo, para la cooperación
en el campo de la ética. Primero, debo decirles que el principal enfoque de este Programa
es la cooperación técnica con los Estados Miembros, y por lo tanto debe responder a las
necesidades de los países. Podemos tener un interés profundo y constante en muchos de los
temas que aparecen y amplían cada vez más el espectro de la bioética, pero dados nuestros
escasos recursos, debemos concentrarnos en lo relacionado con la cooperación técnica.
Debido a mi creencia en la pertinencia contextual a la cual me referí, nuestro trabajo tiene
que centrarse en aumentar nuestra capacidad en nuestros países. He cambiado el nombre
del Programa, antes era “para América Latina y el Caribe”, y ahora, con el propósito de
indicar que es un Programa para lasAméricas, se llama Programa Regional de Bioética. El
Programa no dedicará muchos recursos a los países más desarrollados, pero esperamos
incluir a todos los países en la formación de capacidad local y en la reflexión acerca de
asuntos éticos. Deseamos “enseñar cómo pescar” en nuestros países en desarrollo. He
dejado claro que las áreas principales de concentración serán la formación de capacidad en
ética clínica y de investigación. Éstas tienen que ser nuestras principales áreas de cooperación
técnica, porque estoy convencido que aquellas áreas son las más débiles en nuestra parte
particular del mundo. Mis propias observaciones y la orientación de los expertos han
confirmado ese criterio. No le quito importancia a otros campos, y no asumo que no deban
seguirse otros temas.
Anoche leí el documento sobre la Bioética y los Derechos Humanos, y la Renovación
de Salud Para Todos, del profesorWikler. En él se refiere al documento seminal de Callahan
de 1980 titulado “Un llamado para que la bioética entre a una tercera etapa”.Aquí Callahan
hacía un llamado para que la bioética entrase en el campo de la estructura, el financiamiento
y la regulación de las profesiones de la salud y de las instituciones de atención de la salud.
El profesor Wikler pasa a llamar a una cuarta etapa en la cual asuntos de la salud de la
población asumirían importancia crítica. En su visión, la bioética intentará explorar los
Introducción
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