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Ética e Innovación Tecnológica
compañías sólo buscan maximizar sus
ganancias a costa de la calidad del traba-
jo y de limitar aún más la distribución
de los beneficios, usando al trabajador
y engañando al usuario. El principio de
justicia nos obliga a reflexionar sobre
el tipo de investigación e innovación
tecnológica que debería ser prioritaria,
atendiendo primero a las poblaciones
más vulnerables en el mundo. Sin em-
bargo, el sistema actual hace que sea
más importante atender las necesidades
de los que tienen mayores medios, por-
que el fin primario es el beneficio eco-
nómico, no resolver los problemas que
afectan a la sociedad.
Respecto del principio de autonomía,
es necesario considerar que el usuario
receptor de los servicios (individual y
colectivo) no es un ente pasivo, sino un
sujeto protagonista. De ahí se deriva la
obligación de garantizar a todos los in-
dividuos involucrados el derecho de ser
informados, de que se respeten sus dere-
chos y de consentir antes de que se to-
men decisiones sobre ellos, protegiendo
de manera especial a los que no pueden
decidir por sí mismos. “El usuario tiene
el derecho y la obligación de colaborar
en la resolución de sus problemas
(16)
”.
Pensadores modernos, como Apel y Ha-
bermas, consideran que la resolución de
los conflictos y el desarrollo social deben
guiarse por una ética del discurso. De
acuerdo con Habermas
(17)
, la razón es
dialógica, es decir, nadie puede quedar
excluido de la discusión y todos los ar-
gumentos deben ser atendidos por res-
peto a la autonomía de la persona. La
ética del discurso aspira a ejercer una
función crítica y legitimar o deslegiti-
mar los acuerdos políticos, económicos
y sociales alcanzados dentro de cada co-
munidad histórica o entre las naciones.
En este sentido, se puede decir que es
una ética procedimental o formal. La
ética del discurso da pautas para que los
sujetos y los pueblos, en su variedad cul-
tural, puedan determinar lo que es bue-
no para todos sus ciudadanos mediante
un debate abierto. El pensar se desarro-
lla en el diálogo. Aprender a pensar es
aprender a argumentar y a confrontar
con los argumentos de los otros. Se exi-
ge en la norma ética básica del discurso
argumentativo que el discurso, en tan-
to discurso práctico, tiene que funda-
mentar la validez de normas concretas
a través de la formación de consenso, en
el sentido de la mediación de intereses
de todos los afectados. La importancia
del diálogo consensual, aprendida de las
decisiones en temas de bioética, sobre
todo en el campo de la salud, tiene una
gran relevancia para decisiones sobre
desarrollo sostenido e innovación tec-
nológica para los pueblos.
Sin embargo, no parece que la ética
discursiva, por sí sola, pueda resolver el
problema de las desigualdades sociales
sin introducir la ética de valores por la
que se pueda establecer una jerarquía.
No se puede dar mayor valor a intereses
o fines de lucro, como ocurre en el con-
texto de la cultura de la globalización,
que a intereses o fines altruistas de bene-
ficencia a terceros.
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