N° 31, julio de 2003
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La ética de la publicación científica y los
desafíos de la globalización
E
n la “edad heroica” de los estudios sobre sociología de la ciencia, es-
pecialmente cuando se expandió la visión hacia los grandes temas de
la cultura y se perfeccionó la noción de “comunidad científica” como re-
ferente social, era costumbre hablar de la publicación como un constitu-
yente importante de la actividad científica. Los clásicos trabajos indicaban
que la publicación podía compararse a un “
gift-giving
”, un regalo, que los
científicos hacían para impulsar su carrera académica y ganar prestigio, y
se señalaban, entre otros, los caracteres del desinterés y de la universalidad
como propios del texto científico. Se daba por entendido que los autores
de la literatura primaria de la ciencia –aquella que comunica nuevos ha-
llazgos y permite la replicación eventual de los procedimientos– procedían
de modo cabal, esto es, no plagiaban a otros, no repetían los mismos datos
y no adulteraban sus resultados.
Se esperaba que la autorregulación de la actividad científica, signo de
haber alcanzado la autonomía en tanto que profesión, operaría también
previniendo prácticas fraudulentas, productos deficientes o inadecuada
distribución del mérito y del prestigio. Por otro lado, se confiaba que los
editores de las revistas operarían sirviendo como guardianes (“
gatekeepers
”)
de la solvencia del oficio y asegurando que los productos que pasaban por
la evaluación de los pares eran dignos de acumularse como conocimiento
generalizable.
Los aspectos éticos de esta insustituible función en las ciencias empíricas
son numerosos. Por de pronto, no son raros los casos en que información
falsificada o adulterada se ha publicado, a menudo con gran escándalo
ulterior si los autores adquirieron fama con sus trabajos. La labor de los
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