N° 26, marzo de 2002
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Sostenibilidad, equidad, poder
D
esde que el discurso oficial de las organizaciones internacionales y
los gobiernos incorporó temáticas sobre el desarrollo sostenible, la
globalización y la reforma de los sistemas de servicio social (salud y edu-
cación), la discrepancia entre aquello que se declara como aspiración y las
realidades concretas sigue profundizándose.
Como ya es tópico, las inequidades son formas específicas de desigualdad
que se caracterizan por ser injustas, evitables y reconocer agencia explícita
o implícita de individuos o grupos. Esto último no quiere decir que haya
siempre “culpables”, pero llama la atención al hecho de que la ignorancia
sobre la vida de algunas comunidades no puede ser hoy excusa para la
inacción de quienes detentan el poder.
La calificación de “injusta” de una desigualdad puede ser también moti-
vo de debate. Nadie objeta las diferencias debidas a factores “naturales”,
pero aun la noción misma de natural está sujeta a grandes diferencias de
opinión y valoración.
Finalmente, el que una desigualdad sea evitable o prevenible es muchas
veces asunto de la dirigencia política, de la planificación económica y del
liderazgo social, y poco puede hacer el ciudadano corriente, salvo manifes-
tar su inquietud o preocupación y contribuir con su participación cuando
le sea requerida.
La sostenibilidad del desarrollo económico y social se parece a la vieja idea
decimonónica del progreso, solamente que atemperada por el cálculo. No
se puede explotar indefinidamente el ambiente, no se puede abusar de los
recursos naturales, es necesario utilizar recursos renovables.
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