Hacia una historia del ambiente en América Latina: de las culturas aborígenes a la crisis ecológica actual

44 Estas ciudades entraron en crisis a la caída del Imperio romano. La era medieval europea se caracterizó por una vida esencialmente rural. Cuando las ciudades reaparecieron en el horizonte europeo a partir del siglo XII, marcando la crisis del horizonte europeo a partir del siglo XII, marcando la crisis del feudalismo, los nuevo núcleos urbano mantenían aún una estrecha relación con el campo. El antagonismo campo-ciudad surgió con la Revolución Industrial y el desarrollo del sistema capitalista. Cabe entonces preguntarse ¿qué diferencia ecológica hubo entre las ciudades del siglo XIII, como Florencia, Barcelona, Brujas y Gante, con las posteriores ciudades del régimen capitalista? La misma pregunta podría formularse con relación a las ciudades latinoamericanas coloniales y republicanas. En síntesis, se trata de estudiar la ciudad en su proceso histórico para analizar en qué momento fue un ecosistema y cuándo dejó de serlo, para convertirse en un ecosistema artificial. Este estudio comparativo podría clarificar sobre el papel no sólo pasado sino también futuro de las ciudades, en función de diseñar una estrategia de planificación ambiental. Nuestra hipótesis es que no siempre las ciudades fueron ecosistemas artificiales, sino que en su origen eran sistemas con autarquía energética. Más tarde, hubo nucleamientos urbanos que expresaron una transición hacia ecosistemas fallidos. Finalmente, la sociedad industrial generó grandes ciudades, caracterizadas por algunos ecólogos como ecosistemas artificiales y, por otros, como la antítesis de un ecosistema. Para los fines de una planificación ambiental, sería conveniente tomar en consideración estas fases del proceso histórico de las ciudades porque podrían esclarecer acerca de la posibilidad de planificar ciudades con un adecuado criterio científico ambiental. En este sentido, las ciudades aborígenes latinoamericanas, ya analizadas en el presente capítulo, constituyen un antecedente valioso que demuestra que no todas las ciudades han sido ecosistemas artificiales.

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