Hacia una historia del ambiente en América Latina: de las culturas aborígenes a la crisis ecológica actual

29 Los pueblos agroalfareros latinoamericanos tenían una dieta equilibrada, en la que combinaban las proteínas, provenientes de los pescados, la llama, el guanaco y otros animales, con hidratos de carbono como la yuca y la papa. El maíz, base de la dieta en la mayoría de las culturas aborígenes latinoamericanas, era un alimento casi completo. Nuestros pueblos no tuvieron un cereal tan panificable como el trigo, hasta el arribo de los conquistadores españoles. Ni tampoco dispusieron de leche por carecer de ganado vacuno y ovejuno. La ausencia del caballo y del buey impidió un mayor uso de la energía animal. Las alteraciones ecológicas producidas por los anteriores pueblos recolectores “fueron menores cuando las comparamos con las causadas por el hombre y sus animales domésticos una vez que la revolución agrícola se hubo puesto en marcha. Sobrepasto y deforestación, por ejemplo, son al menos parcialmente responsables de la desertización de gran parte del norte de Africa y de la expansión del gran desierto Thar del oeste de la India. El intenso aprovechamiento forestal y el desmonte de tierras para la agricultura despojaron muchas cuencas fluviales de China, lo que condujo a destructores desbordamientos de sus ríos. De modo similar, dentro de los límites de los Estados Unidos, el hombre preindustrial alteró mucho el paisaje... Las prácticas agrícolas tienden a eliminar sistemas ecológicos complejos y a reemplazarlos por otros más simples. Comunidades de bosques y prados, que contienen muy diferentes clases de plantas y animales, son sustituidas por campos de monocultivos en los cuales el hombre procura excluir otras plantas o animales ”. 22 Con el fin de hacer una reconstrucción histórica del grado de deforestación practicado por los pueblos del neolítico, Johanes Iveson llevó a cabo una investigación en un bosque de Dinamarca. Los restos arqueológicos se encontraban junto al polen, que es un notable “instrumento de datación que permite identificar cada período por su vegetación dominante; los datos que proporciona el estudio del polen, leído por los ecólogos”, permitieron obtener algunas conclusiones importantes. Los pueblos agrícolas comenzaron a talar, abriendo claros en el bosque. Los investigadores hallaron que “el polen de árboles rápidamente declina en ciertas regiones y hallamos en estos lugares un brusco incremento de polen de plantas herbáceas, así como la aparición de cereales y nuevas malas hierbas, notablemente el 22 Scientific American , “El hombre y la ecosfera”, Madrid, Ed. Blume, 1975, p. 7-8.

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