Hacia una historia del ambiente en América Latina: de las culturas aborígenes a la crisis ecológica actual

21 El hombre, surgido hace unos 2 millones de años, fue conjugando su fase de “homo ludens” con la de “homo faber y sapiens”, hasta llegar a constituirse en un ente que biológicamente no ha tenido cambios esenciales desde hace varios cientos de miles de años. Sus transformaciones giran alrededor de los procesos sociales y no de los biológicos. El hombre, resultado de la evolución de una rama de los primates, surgió provisto de órganos especializados como la mano de pulgar libre y opuesto a los otros dedos y un sistema nervioso de herramientas de trabajo. Esto, junto al desarrollo del lenguaje, facilitó la supervivencia del hombre en el medio. Como dice Mandel, “el trabajo, la organización social, el lenguaje y la conciencia son pues las características propias del hombre, inseparablemente ligadas y mutuamente determinadas” . 6 Tan importantes son los instrumentos de trabajo o herramientas, fabricados por el hombre, que se han establecido fases históricas denominadas Edad de Piedra, de Bronce y de Hierro, aunque estimamos que dicha clasificación, elaborada por Christian Thomsen en 1836, no logra aprehender en toda su riqueza y complejidad las diferentes etapas del proceso de desarrollo de las sociedades aborígenes. El cambio significativo que se produce al pasar de pueblos recolectores a pueblos pastores, agroalfareros y minerometalúrgicos –hecho que constituye una verdadera revolución- no es debidamente apreciado por esa clasificación. El cambio del paleolítico al neolítico no está determinado sólo por los avances en el trabajo de la piedra, como podría indicarlo su nombre, sino fundamentalmente por la técnica agrícola, la domesticación de los animales, el descubrimiento del proceso de fabricación de la cerámica y la elaboración de los metales. Las investigaciones de Morgan, enriquecidas por Federico Engels, significaron un gran avance para el conocimiento de las culturas aborígenes, pero la terminología utilizada para calificar los estadios culturales no correspondía al contenido de los profundos cambios. La clasificación de salvajismo, barbarie, civilización, con sus respectivos estadios inferior, medio y superior, tiene un carácter conceptual decimonónico derivado de la “idea del progreso”, y presupone un desarrollo unilineal, que no se produce en el curso heterogéneo, contradictorio, desigual y combinado de la historia. 6 Ernest Mandel, Tratado de Economía Marxista , México, Ed. ERA, t.I, sexta edición, 1976, p. 22.

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