Los tratados entre la Nación Mapuche y la Corona de España

38 Carlos Contreras Painemal De este Parlamento, Barros Arana, opositor a estos eventos, nos narra que: Acabóse con gran regocijo de todos el juramento de las paces, dice un testigo ocular, y fue este día el más festivo que se ha visto en Chile, porno haberse visto jamás, si no es hoy, todo Chile de paz, desde Copiapó a Chiloé, sin que hubiese en todo el reino indio ni provincia de guerra, que si bien muchas veces y en tiempo de otros gobernadores se han celebrado paces, siempre han quedado alguna y algunas provincias de guerra; pero ahora no quedó provincia que no se ha- llase en este parlamento y diese la paz a Dios y al Rey. El tiempo se iba a encargar en breve de desvanecer estas ilusiones 15 . Acuña y Cabrera quedó realmente convencido de haber pacificado el reino y cuando se supieron los resultados del Par- lamento realizado en Boroa, en Santiago se organizaron varias fiestas religiosas para dar gracias al cielo por el resultado de las paces convenidas con los mapuche. Posteriormente, el go- bernador Acuña se trasladó a Santiago, en donde fue recibido con muchas muestras de contento y de alegría. Sin embargo, esto duró poco. Pronto comenzaron nuevamente las acciones militares por ambos lados. Es de aquí que los cronistas o en- comenderos que apostaban por la estrategia de guerra ofensiva señalarán la ineficacia de estos tratados y será este el argu- 15 Barros Arana, Diego; “Historia general de Chile”. Tomo IV, Editorial Universitaria. Santiago de Chile, 2000, p. 338.

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=