Historias de vida de directoras escolares: contexto y voces

57 HISTORIAS DE VIDA DE DIRECTORAS ESCOLARES: CONTEXTO Y VOCES III. LA HISTORIA DE IRENE RAMÍREZ HERRERA: DE ASESORA PEDAGÓGICA A LA DIRECCIÓN ESCOLAR Con 41 años de edad, Irene Ramírez Herrera es la quinta hija de su madre, segunda de su padre y primera del matrimonio de ambos. La diferencia de edad con sus hermanos y hermana va desde los 9 hasta los 17 años, pero, independientemente de esta diferencia etárea (y de padre o madre), considera que ellos han sido un soporte fundamental en su vida y, en parte, los hace responsables de quién es ella hoy en día. Su madre, aguerrida y ultra lectora, no terminó el colegio, llegó a segundo año de Humanida- des, hizo cursos de cosmetología y de masajes corporales, y se dedicó a ello hasta hace poco tiempo (actualmente tiene 80 años). Su padre no completó sus estudios técnicos y murió de un infarto cuando ella tenía 5 años, por lo que los recuerdos que tienen de él son escasos y solo ha podido configurar su imagen a través del relato amoroso de sus hermanos, que, aunque no eran sus hijos biológicos y tampoco compartieron tanto tiempo con él, lo señalan como un hombre inteligente, cariñoso y entretenido. Su hermano mayor ha cumplido el rol de padre. Constructor civil, muy exitoso laboralmente y un modelo de padre de familia, siempre ha estado disponible para sus hermanos y hermanas menores. Irene se ha sentido apoyada por él, pero al mismo tiempo muy exigida, pensando que nunca “da el ancho” respecto de las expectativas de esta figura de “súper hermano”. Cuando Irene era niña, a menudo sentía que debía ponerse a la par de su hermana y hermanos mayores y, por ello, era vista como una niña “agrandada”. No siempre le fue fácil socializar con sus pares. Si bien tenía amigos y amigas en el colegio, reconoce que la instancia más importan- te en ese aspecto de su vida fue su paso por un grupo scout en el que permaneció por más de 10 años y en el que pudo desarrollar su identidad de líder y forjar lazos de amistad. Motivaciones para estudiar pedagogía Irene fue una muy buena estudiante en Enseñanza Básica. Amaba las matemáticas, hasta que en 5º básico una profesora le dijo que ella “no era matemática”. Aunque le siguió yendo bien en esa asignatura, comenzó a desarrollar más el lado humanista. Ella sabía que debía ir a la universidad porque su hermana y sus hermanos lo habían hecho y porque su madre se lo había repetido hasta el cansancio, pero no tenía idea qué estudiar, dónde, ni cómo. Rindió tres veces la Prueba de Aptitud Académica (PAA, prueba de selección para ingresar a las universidades chilenas). La primera vez pensó que quería estudiar Psicología, pero no le alcan- zó el puntaje. Decidió tomarse un año para trabajar y estudiar para mejorar su puntaje en la PAA. Trabajó en el cine de un mall cerca de su casa e hizo un preuniversitario intensivo. La segunda vez, le fue mucho mejor. Quería entrar a estudiar Geografía en la Universidad Católica, pero de nuevo no tuvo el puntaje necesario. Siguió trabajando y esta vez se costeó un preuniversitario más “conocido” y durante todo el año. La tercera vez postuló a Educación de Párvulos, pensan- do en cambiarse “por dentro” a Geografía. Las tres veces que dio la PAA quedó en Pedagogía Básica en la Universidad Católica y las tres veces rechazó entrar. Siempre sintió que su familia encontraría “poca cosa” que estudiara eso. Yo sabía que tenía que ir a la universidad, pero cuando salí de cuarto medio no sabía mucho qué hacer, di la prueba y me fue mal, quedaba en pedagogía en la Católica, pero nunca fue una opción. Yo quería, en ese minuto, estudiar Psicología. Pensé estudiar Psicología en una universidad privada, pero no tenía plata para pagar. Por otro lado, en mi casa me presionaban: yo tenía que estudiar.

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