Historias de vida de directoras escolares: contexto y voces

55 HISTORIAS DE VIDA DE DIRECTORAS ESCOLARES: CONTEXTO Y VOCES meses, pero sentía que no podía atender las necesidades del colegio y estar atenta a la niña, y opté por mi trabajo”. Evidentemente, hay un mensaje oculto en este actuar: el miedo a perder la oportunidad de se- guir avanzando en su carrera directiva que recién comenzaba. La amenaza de que alguien to- mara su lugar era una realidad, por lo que decidió sacrificar tiempo de su posnatal por su traba - jo. Además, estaba comenzando un proceso de crisis matrimonial: “En ese periodo comencé a sentir que mi matrimonio limitaba mi desarrollo profesional por lo que me refugié en el trabajo”. Posteriormente, cuándo se ganó la beca que le permitió ir a España, otra vez se vio tensionada por las dificultades de conciliar el trabajo y la familia. Esta beca era una gran oportunidad profe - sional que no podía rechazar, por lo que decidió dejar a sus hijas con la persona que las cuidaba y con la familia, alejándose de ellas por unos meses. Reconozco que esta experiencia de tres meses es una de las más importantes y enriquecedoras para mi formación profesional y trayectoria laboral, debido a que, por mi historia laboral, todos los estudios que había realizado previamente se desarrollaron de modo paralelo a mi trabajo y esta vez me pude dedicar exclusivamente a la experiencia de ‘ser estudiante’. Esta reflexión surge a partir de las experiencias previas de Alondra. El hecho de ser madre muy joven la obligó a trabajar y buscar sustento para ella y sus hijas, por lo que señala: “Nunca fui solo estudiante, siempre fui trabajadora, madre y estudiante, siempre. Obviamente, la juventud me permitía cumplir con todas mis responsabilidades, no sé de dónde sacaba tanta energía, yo no me permitía parar”. Recordemos que luego de sus experiencias en el sur de Chile, Alondra decidió postular a una dirección municipal en Santiago y se trasladó a vivir a esa región: “Mi hija mayor ingresa a la edu- cación superior y se traslada a Santiago, este fue el motivo principal por el cual decidí postular como directora a una escuela pública en Santiago”. En esta segunda experiencia de dirección, Alondra nuevamente compatibilizó su rol de madre y profesional. Mientras su hija mayor iba a la universidad, la pequeña asistía a clases en la misma Escuela que ella dirigía. Al mismo tiempo, continuaba su perfeccionamiento postulando a nuevas becas de formación de directores. Mi hija menor era la primera estudiante que llegaba a la escuela y la última que se iba: tenía que esperar que yo terminara de trabajar. Los primeros años en Santiago fueron muy difíciles, me faltaba la lluvia, la naturaleza, el espacio… sin embargo, estaba cumpliendo mi meta de ser directora en una escuela pública, sin dejar de ser madre. Durante este periodo conté con personas maravillosas que me ayudaban con la niña y las labores de hogar, y así yo podía seguir trabajando y ejerciendo de directora. En todo caso, no le resultaba fácil compatibilizar el trabajo, las actividades de perfeccionamien- to y el cuidado del hogar, y por ello tuvo que recurrir a ayuda externas. En el sistema municipal, la posibilidad de capacitación y perfeccionamiento se encuentra limitada a tiempos personales, como fines de semana y horarios que no impliquen perder horas en la escuela, por lo que estudiaba los fines de semana o después del trabajo. Desde el año 2020, en el escenario pandémico, Alondra debe realizar la mayor cantidad de tra- bajo en línea desde su hogar. Esta vez desde casa, es directora, estudiante (en un programa de perfeccionamiento), profesora de matemáticas, madre de tres hijas (una de tan solo dos años) y dueña de casa. Producto de la misma pandemia tuvo que prescindir de ayuda en el hogar, lo cual le significó un desgaste extraordinario que solo una mujer puede experimentar.

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