Historias de vida de directoras escolares: contexto y voces

52 HISTORIAS DE VIDA DE DIRECTORAS ESCOLARES: CONTEXTO Y VOCES La experiencia unidocente en esta escuela es un elemento relevante en la construcción de su rol como docente y directora. Ella la considera una de las más significativas profesionalmente, pues su rol no era solo dirigir y enseñarle a un grupo de niños y niñas desde primer año a sexto año básico, en una misma sala de clase, sino trabajar para que independiente de su contex- to socioeconómico, socioemocional y de las diferencias individuales, todos y todas lograran aprender. Algunos/as aprendían más rápido que otros, sin embargo, no era la rapidez lo que importaba, sino lo trascendental que podía ser lo aprendido para la vida de cada uno/a. Los días estaban compuestos de aprendizajes tanto para ella como para sus estudiantes. Sus aliados en esta tarea eran un invernadero, donde cultivaban verduras que se comían en cada almuerzo, aprendiendo con ello la importancia de la alimentación saludable; baños con ducha caliente para enseñarle a los niños y a las niñas la importancia del aseo personal; un gran espa- cio en el campo, con flores silvestres, arboles, tierra, animales, donde jugaban y hacían deporte, comprendiendo que debían respetar la naturaleza para disfrutarla al día siguiente y ser felices; y la sala de clases donde se refugiaban de la lluvia y el frio al lado de una estufa a leña que permanecía encendida con los palos que cada niño/a traía día a día de su casa o recogía del camino. Si un niño faltaba, la estufa se apagaba antes de terminar la jornada, pues faltaba leña. Ahí, tanto los niños como yo aprendimos a valorar al otro como parte de un todo, reconocimos la empatía y la adoptamos en nuestro vivir, contribuyendo con esto a una convivencia enriquecida por el respeto a las diferencias individuales. Luego de esta experiencia, Alondra se trasladó a Temuco. Para ese entonces ya contaba con los estudios formales y el título de Pedagogía Básica, lo que amplió sus oportunidades labora- les. Dejó de tener que hacer traslados de dos horas para llegar al establecimiento donde en- señaba cuando consiguió un puesto en un colegio particular de matrícula reducida, en el que realizó clases de matemáticas de 5° a 8° básico durante media jornada y en el que matriculó a su hija. De modo paralelo al trabajo en esta escuela, hacía clases en un liceo de adultos de la comuna. Como se evidencia, para Alondra la pedagogía fue una oportunidad para compatibilizar su de- sarrollo profesional con la maternidad. Al igual que cualquier mujer, al llegar a su casa cada tarde, tenía que seguir trabajando, no solo en la preparación de sus clases, sino también en los quehaceres del hogar y del cuidado de su hija, múltiples tareas que la mantenían despierta hasta muy tarde para “dejar todo listo en la casa”. Más adelante, motivada por estar más cerca de sus padres, buscó trabajo en otra comuna de la Región y, debido a su experiencia, fue contratada en un colegio particular. Sus ingresos econó- micos aumentaron, lo que le permitió iniciar estudios de Pedagogía en Matemática para ense- ñanza media, pues teniendo los conocimientos, no podía ejercer en ese nivel ni en la educación superior. Estos cuatro años de estudio y trabajo se consolidaron con una nueva oferta laboral, la que le dio un mayor acercamiento a la experiencia directiva. Con su título en mano, asumió como profesora de Matemáticas en un colegio particular de Pu- cón en el año 2009 que recién se ampliaba a enseñanza media. También asumió como docente de Cálculo, Algebra y Estadística de las carreras de Ingeniería en Administración y Técnicos en Administración en la Universidad de la Frontera de Pucón, en horario vespertino.

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