Historias de vida de directoras escolares: contexto y voces

51 HISTORIAS DE VIDA DE DIRECTORAS ESCOLARES: CONTEXTO Y VOCES II. LA HISTORIA DE ALONDRA ZÚÑIGA HIGUERA: SU OPCIÓN POR LA EDUCACIÓN PÚBLICA Alondra Zúñiga Higuera es hija única de una mujer que tenía 22 años al momento de su naci- miento en Temuco, el 7 de abril de 1975. Su padre, un hombre mayor, consideraba que la única forma de “surgir” eran los negocios. Por años le fue muy bien, sin embargo, a partir del año 1985, sus negocios se fueron a la quiebra, lo cual trajo como consecuencia grandes problemas económicos para la familia. Al terminar su enseñanza media, Alondra ingresó a la universidad a estudiar Ingeniería de Eje- cución en Electrónica. Solo alcanzó a completar dos años ya que sus padres no pudieron seguir financiando sus estudios. Ella sabía que la educación superior era su única salida para romper el círculo de la pobreza que había visto de pequeña en su familia materna. Ni su madre, ni su abuela, ni sus tías, ni sus primas ni primos habían logrado ser profesionales hasta ese momento. A los 21 años quedó embarazada, optó por ser madre y la idea de ser profesional se alejó nue- vamente, ya que debió ingresar a trabajar por varios años como ejecutiva de una tienda comer- cial para poder mantenerse a sí misma y a su pequeña hija. Motivaciones para estudiar pedagogía Estando en el trabajo como ejecutiva, conoció a un profesor de Matemáticas que necesitaba operarse y su mayor problema era quién lo reemplazaría en el establecimiento donde trabaja- ba. Alondra no dudó en ofrecer su ayuda en dicho reemplazo, por lo que sin titubear pidió una entrevista con el director del establecimiento y con sus dos años de ingeniería, donde tenía aprobadas las ciencias básicas, le permitieron asumir el reemplazo como profesora de Mate- máticas. En un comienzo el reemplazo era por un mes, pero terminó siendo por cinco meses, ya que tanto los/as estudiantes como los/as apoderados/as, debido a su buen desempeño, le solicitaron que terminara el año académico. En estos meses, sus colegas, profesoras tituladas, la instaron a que estudiara pedagogía, pues no podía seguir ejerciendo la pedagogía sin título profesional. A raíz de esta experiencia, es que, al año siguiente, año 2000, comenzó sus estudios formales de Pedagogía General Básica. Para financiar su carrera y no alejarse de su hija, solicitó autorización a nivel ministerial para continuar la labor docente, la que fue aceptada en consideración a la finalización del ciclo básico de inge - niería que había cursado y al tiempo de ejercicio docente en calidad de reemplazante. Con esta autorización, en el año 2001, empezó a trabajar en un liceo de la localidad de Quinque, sector rural de la comuna de Pitrufquén ubicada en el sur de Chile. Primeras experiencias pedagógicas Para llegar a la Escuela de Quinque, Alondra se levantaban “de noche”, como decía su peque- ña, y viajaba dos horas de ida y dos horas de regreso. Fueron años de viajes, en los que los vidrios empañados de los buses eran la pizarra donde enseñó a leer a su primera hija: “Sentía que la docencia me daba una oportunidad de ser madre presente, estudiante y trabajadora. La podía llevar a la escuela donde trabajaba y también a la universidad”. Al cabo de un par de años, en 2003, asumió el rol de profesora unidocente en una escuela del sector de la comunidad mapuche Aukafe Lisawe, en la localidad rural de Lisahue. Su hija fue una de sus estudiantes ya que allí cursó su primer año básico

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