Comunidad y América Latina: avances decolonizadores

91 décadas, como incluidos sólo aquellos que eran “civilizados”, con educación y con bienes, pero excluyendo a las clases socioeconómicamente más desposeídas, como a sí mismo, marginando a las mujeres por supuestas inhabilidades del “sexo”; y, finalmente en la segunda parte del siglo XX, dentro de otras fragmentaciones, la calificación de países subdesarrollados a todos aquellos que no cumplimos con los estándares de calidad de vida definidos por aquellos países que se autocalifican de avanzados. Esta colonización del pensamiento y de nuestra forma de vivir, desde la psicología se realiza instalando el paradigma occidental moderno en nuestra mente (Quijano, 2000), en nuestros procesos cognitivos. Esto último es un amplio campo de fenómenos en los cuales la disciplina ha trabajado más de 100 años, lo que permite decir con evidencia que el aparato psíquico es una construcción directamente relacionada con lo social y lo cultural (Sandoval 2004), por ende, determinado significativamente por las sociedades en las cuales vivimos. Dentro de una vasta gama de procesos cognitivos se encuentra el pensamiento, el imaginario, la memoria, el deseo, las emociones, la identidad, el lenguaje. Los cuales articulados con ciertos mecanismos como es el discurso, la educación, el trabajo, la familia y otros procesos, se conforma una estructura de influencia, de cooptación y en definitiva de control de las personas y de las comunidades hacia comportarse de manera dirigida a sostener las sociedades modernas. Frente al campesinado se ha desarrollado el imaginario de su habitual condición de pobreza. Pero, desde la perspectiva aquí presente, el problema, es que esa narrativa no es la única. ¿Cuál será la mirada, la reflexión que hacen los propios campesinos y los indígenas sobre esas interpretaciones? Intentando en este espacio construir esa opinión, es posible decir que, si bien ellos pueden entender la pobreza y aceptar que hay déficit en sus recursos de vida,