Comunidad y América Latina: avances decolonizadores

92 también es muy probable que indiquen que ellos tienen muchas riquezas que otros sectores sociales no tienen. Mejores alimentos, vida sin estrés, calidad de vida en cuanto a contacto estrecho con la naturaleza y los animales, que además tiene sus propios sistemas de sobrevivencia, su propia música y danza, su propia cosmovisión cultural. De esta manera observamos que la realidad no siempre es tal como la plantean los discursos, hay otras verdades. En este contexto dinámico de formación y articulación de procesos cognitivos, es importante la identidad (Hall y Du Gay, 2011). En tanto ésta es un fenómeno central de la subjetividad. La identidad refiere a como se percibe la comunidad a sí misma y, por lo mismo es una fuerza psicosocial de gran envergadura. Desde el momento que construimos una identidad como pobres, se derivarán de allí formas de comportamiento de la comunidad que la conformarán y la harán instalarse en los últimos escalafones de la jerarquía. Si, por el contrario, la identidad es positiva en la línea que una población campesina se auto percibe como capacitada para trabajar la tierra a su modo y, lo que necesita no es una política social caritativa del gobierno sino realizar una invasión o una toma de ciertos territorios, es probable que dicha comunidad lo lleve a cabo. Ello porque la reestructuración subjetiva le ha permitido romper con el imaginario conformista de la pobreza y en contraposición ha construido una identidad empoderada. Una vez señalados los procesos sujetivos básicos, podemos ya entender cómo funciona una comunidad rural instalada en la sociedad y en su contexto de relación con distintos actores sociales y con el Estado. Construcción de lo rural Lo rural, sin duda no es una realidad natural, sino es una construcción social. Se encuentra ubicado en una escala intermedia

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