Comunidad y América Latina: avances decolonizadores

236 El viraje continental en dirección al neoliberalismo no comenzó antes de la presidencia de Salinas, en México, en 1988, seguido de la llegada de Menem al poder, en 1989, de la segunda presidencia de Carlos Andrés Pérez en el mismo año en Venezuela, y de la elección de Fujimori en el Perú en el ’90 (Anderson, 1996, pp. 18–19). En este sentido, que en los países latinoamericanos las políticas neoliberales hayan sido impulsadas por Paz Estenssoro, Salinas, Menem, Pérez, Fujimori, entre otros, es decir, presidentes electos, torna inverosímil la tesis de un advenimiento regional del neoliberalismo exclusivamente por la fuerza. Además de las relaciones de coerción física, que no dejan de ser fundamentales para el análisis, hay que notar otros factores que permiten explicar más precisamente el advenimiento y la consolidación del neoliberalismo, tales como la capacidad de las clases dominantes de construir consenso, la debilidad política de las izquierdas, la situación de los distintos grupos sociales, etcétera; así, sin negar el conflicto o la lucha de clases, se matizan y observan más detalladamente los elementos que configuran las distintas formas nacionales de la dominación de clase contemporánea. Al margen de estas distinciones, lo que sí se puede afirmar de modo general es que la implementación de las políticas neoliberales en la región fue un proceso de restablecimiento de las condiciones para la acumulación de capital y del poder de las élites económicas. Como afirma Harvey (2007), en términos históricos, es una respuesta a la crisis de acumulación capitalista de los años 70’s y a la amenaza política que esta significaba para las clases dominantes. Acerca del Estado, el capitalismo neoliberal, estribado en una filosofía del individualismo extremo y de una libertad negativa alojada en el mercado, “impulsa el desmantelamiento de los Estados

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