Didácticas (in)visibles

L a I nvisibilidad | 27 muchas veces la idea de que dichos recursos podrían tener un mejor y mayor impacto al ser visibilizados en proyec- tos “que favorezcan a toda la población”, con el probable chorreo que salpique a la cadena de personas involucradas en los procesos preestablecidos para su implementación, donde pueden involucrarse funcionarios públicos que redactan y articulan las licitaciones, las que irremediable- mente serán adjudicadas por un pez gordo, cuya capacidad de lobby resulte efectiva. Por otro lado, desde el punto de vista de las cúpulas pertenecientes a las diversas formas del crimen organizado; sin duda la esencia de sus operaciones, se establece en el ocultamiento, la oscuridad o la invisibili- dad dentro de toda la cadena delictiva perfectamente orga- nizada. También son proclives a dicha invisibilidad quienes cometen el delito, pues conscientes de aquello, por alguna razón, se apartan de marcos valóricos y morales, los cuales les serán enrostrados por una sociedad, que en la mayoría de los casos, no les brindó la oportunidad para tomar un camino distinto. Los casos señalados anteriormente, sin duda correspon- den a factores definitivamente voluntarios y conscientes; sin embargo, resulta difícil de dimensionar y justificar el grado de involuntariedad con que la sociedad en general aparta la mirada de aquellos grupos que se encuentran fuera del límite de lo convencionalmente correcto, grato, sano, nor- mal, bueno, bello, positivo, aportativo, altruista o simple- mente no problemático. Dicha lógica pareciera obedecer a la estrategia del avestruz, que esconde la cabeza para evi- tar ver la realidad; lejos de ser realidad, este mito popular representa con nitidez lo que sucede, no tan solo en nuestro país, sino que en toda el orbe, donde solo alcanzan algún

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